sábado, 30 de agosto de 2008

El ombligo de tu bebe

Cuidados y vigilancia

Cuando se corta el cordón umbilical, queda un muñón que se ennegrece y se va secando hasta desprenderse a las dos o tres semanas. Para que durante este proceso no se infecte, lo más importante no es curarlo de una forma u otra, sino mantenerlo siempre lo más limpio y seco posible, impidiendo que se ensucie con las heces o la orina. Para ello:

- Procurar que el pañal no lo cubra, doblando su borde superior hacia abajo si es preciso.

- Al menos dos veces cada día, una de ellas tras el baño, se recomienda curarlo con alcohol de 70º. Para aplicarlo correctamente, hay que levantar el muñón sin estirar, cogiéndolo por la punta para que quede expuesta la zona de transición entre el cordón y la piel normal, que es la que debe quedar mojada. Dejar empapada la gasa con que se le protege con alcohol puede ser irritante para la piel.

- Bastantes especialistas prefieren que durante los primeros días, después del alcohol (o en su lugar) se aplique un antiséptico como la clorhexidina ("mercromina blanca"), aunque también los hay que recomiendan no poner nada.

- Hay acuerdo unánime en que se han de evitar los productos con yodo, porque su absorción podría influir en la función del tiroides, así como cualquier talco o polvo. La mercromina normal (o mercurocromo) tampoco se usa, porque puede hacer que de mayores tengan dermatitis de contacto por alergia al mercurio y, además, su color dificulta la valoración del estado del ombligo.

- Si accidentalmente se ensucia con las heces, debe lavarse sin miedo con agua y jabón, secándolo luego muy escrupulosamente y aplicando el alcohol o el antiséptico que haya indicado el pediatra.

Aunque poco frecuentes, las infecciones del ombligo pueden diseminarse muy rápidamente en el recién nacido, por lo cual hay que consultar con rapidez si se observa pus o secreciones amarillentas y malolientes, o la piel de alrededor del ombligo se enrojece y parece doler al tocarla o manipular en la zona.

Consultar con el pediatra si...
... a las 3 semanas aún no se ha desprendido el cordón umbilical.

... cuatro días después de caer, aún mancha la gasa.



Y rápidamente si...

... se observan secreciones amarillentas o malolientes.

... la piel que rodea el ombligo se enrojece y parece doler.

... sangra de modo continuo.


Los restos del cordón se desprenden durante la segunda semana de vida, pero también pueden hacerlo antes o tardar hasta un mes; aunque si a los 20 días no se ha caído, es mejor que lo vea el pediatra. En ningún caso se debe estirar para acabar de desprenderlo, por más fino que sea el hilo a que haya quedado reducido, pues se podría ocasionar una peligrosa hemorragia. Es posible que sangre un poco al desprenderse de forma natural, pero en ese caso, la hemorragia se detiene por sí sola inmediatamente.

Tras la caída del cordón, el riesgo de infección persiste hasta que el ombligo no haya cicatrizado completamente, por lo que se debe seguir con los mismos cuidados y vigilancia hasta que la gasa que lo cubre aparezca limpia durante un par de días seguidos. Esto es especialmente importante en los llamados "ombligos amnióticos", en los que la piel no sobresale sino que quedan hundidos, porque eso hace que estén menos ventilados y sea además más difícil valorar su estado.

Cuando ya ha cicatrizado, el ombligo puede y debe lavarse con total normalidad; si se acumula suciedad en sus repliegues, se han de separar sin miedo para poder limpiarlos y secarlos bien.


Hernias y tipos de ombligo


Independientemente de que se les haya fajado o no, algunos bebés presentan hernias umbilicales; afortunadamente, las más pequeñas y corrientes no causan molestias, no se estrangulan y prácticamente siempre se cierran por sí solas a los 3 ó 4 años.

Hay ombligos con mucha piel ("cutáneos") y otros que quedan por debajo del nivel del abdomen ("amnióticos"), pero que se acerquen a uno u otro extremo no depende de dónde se haya cortado al nacer, ni de dónde se haya puesto la pinza, sino de la naturaleza.

Es inútil poner monedas para intentar aplanar el ombligo y las fajas sólo tienen sentido durante los primeros días, cuando pueden ayudar a mantener en su sitio la pinza y la gasa; pero luego no pueden causar más que molestias y no sirven ni para reducir el tamaño del ombligo ni para evitar que se hernie.

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