Existe una confusión bastante extendida sobre el tema de dejar los pañales. Muchas mamás creen que es algo que pueden enseñarles a sus hijos. La realidad es que para que un niño pueda dejar los pañales tiene que tener la suficiente madurez física, madurativa y psicológica. Si no, por más paciencia y pedagogía que invierta la madre en el intento, terminará en un rotundo fracaso y –peor aún– podría acarrear consecuencias para su hijo en el futuro. El control de esfínteres no se aprende: se adquiere.
Igualmente difundida está la idea de que es algo que debe hacerse en verano. Probablemente este concepto quedó de épocas de pañales de tela y lavado a mano. Es innegable que si el momento llega con el calor, las cosas serán más fáciles, pero hoy los pañales descartables y las facilidades del lavado hacen que el proceso pueda ser posible en cualquier clima.
Aunque no sea algo puedan enseñarles a sus hijos, es mucho lo que los adultos pueden hacer para ayudarlos y asegurar una transición armoniosa tanto para el bebé como para ellos mismos.
El momento
En términos generales, el control de esfínteres se inicia en algún momento entre los 18 y los 24 meses, aunque puede ocurrir –y es perfectamente normal- alrededor de los tres años.
¿Cómo sabe la madre de que es el momento adecuado? Es el mismo hijo quien se lo comunicará, mediante determinados signos de madurez o preparación:
* El deseo de estar limpio: muestra disgusto por los pañales mojados.
* Permanece seco por más de dos horas o se despierta seco de una siesta.
* Camina solo con seguridad y sabe subirse y bajarse los pantalones.
* Pide ir al baño, aunque sea por curiosidad.
* Quiere usar ropa interior “como los chicos grandes”.
* Se da cuenta cuando tiene ganas de ir al baño.
* Puede entender y decir cosas como “mojado”, “seco”, “pelela” o “pipí”. Hace preguntas al respecto.
* Tiene un sentido de lo socialmente correcto e incorrecto (vergüenza por tener los pantalones mojados).
* Pide usar la pelela o el inodoro.
* Juega a trasvasar líquidos, señal de que registra el concepto de continencia.
Es muy recomendable discutir estos signos con el pediatra durante la visita de rutina. Él ayudará a los padres a determinar si efectivamente el niño está listo para comenzar a dejar los pañales. Otra recomendación es evitar que este hecho coincida con otro cambio importante en la vida de la familia.
Los elementos
El objetivo final será que el chico pueda usar el inodoro, igual que toda la familia. Pero para comenzar, es preferible utilizar una pelela o un adaptador especial para inodoro. Una encuesta realizada por el Instituto Pampers muestra que el 57 por ciento de las madres (de un total de 12.000) prefieren la primera opción sobre la segunda.
El argumento más fuerte en este sentido es que el inodoro puede atemorizar o inhibir a los niños y que la posibilidad de apoyar los pies en el suelo les brinda seguridad y confianza. El adaptador de inodoro, por su parte, presenta la ventaja de ser más fácil de higienizar y de facilitar la transición al inodoro. Si se opta por la pelela, aparece una segunda decisión: ¿será utilizada sólo en el baño o circulará por toda la casa?
Hay quienes consideran que la pelela debe ser un elemento más de los juegos y movimientos del niño dentro del hogar. Así, cuando lleguen las ganas de ir al baño, puede hacerlo inmediatamente, no importa dónde esté.
Por el contrario, otros consideran que desde el primer momento debe quedar claro que se trata de acciones privadas, que deben realizarse en un ámbito específico, con lo cual prefieren no sacar la pelela del baño. La decisión depende del estilo y las preferencias de cada familia.
1 comentario:
Gracias Vivi por tu ayuda; creo que mi peque ya está listo para empezr el proceso!Besos
Verónica:
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