En el primer año de vida el crecimiento y desarrollo que experimentan los bebés son muy importantes. Independientemente de que se les alimente con leche materna o fórmulas infantiles, la cantidad de vitamina D es en general insuficiente para cubrir sus necesidades, motivo por el cual se recurre a un suplemento por vía oral.
Además de encontrarse esta vitamina en los alimentos y como suplemento, nuestro cuerpo es capaz de producirla mediante la exposición a los rayos solares. Pero esta no es una fuente alternativa para los bebés, ya que tienen una piel muy sensible y delicada, por lo cual se les protege continuamente con sombrillas, gorros y cremas, con el fin de prevenir quemaduras y otras afecciones.
Importancia de la vitamina D
La vitamina D es uno de los nutrientes esenciales para el adecuado crecimiento y desarrollo infantil, ya que favorece la incorporación al organismo del calcio y del fósforo, dos minerales que forman parte de nuestra masa ósea y de los dientes.
¿Qué recomiendan los expertos? Según diferentes organismos de salud y sociedades científicas, los bebés necesitan entre 200 y 400 UI (unidades internacionales) de vitamina D por día.
Se aconseja por tanto el aporte de suplementos de vitamina D vía oral, a partir de los dos meses de edad y hasta que el bebé empiece a tomar cada día al menos medio litro de leche enriquecida en vitamina D.
Los suplementos deben contener 200 UI de vitamina D, presentados en forma de gotas (en una solución líquida) o en tabletas, y deben ser prescritos por el pediatra.
¿Qué ocurre si se produce una carencia de vitamina D?
El déficit de vitamina D se asocia a anomalías de los huesos tales como el raquitismo y a un menor aprovechamiento del calcio.
¿Cuáles son los síntomas del raquitismo?
En el inicio de esta enfermedad se aprecian algunos de los siguientes síntomas: sudores nocturnos (en especial en la cabeza), dificultad para dormir y nerviosismo, estreñimiento e hinchazón del abdomen, retraso en la salida de los dientes o dentición irregular, musculatura debilitada (esto se asocia a mayor dificultad a la hora de sentarse y caminar con respecto a otros bebés), aumento del tamaño de los ganglios del cuello, mayor riesgo de afecciones respiratorias, pudiendo desarrollarse además anemia. Conforme la enfermedad avanza, se producen deformidades en los huesos que pueden afectar a cabeza, tórax, muñecas, tobillos, huesos de las extremidades inferiores y pelvis. Por tanto, la prevención mediante el aporte de suplementos es la mejor arma para impedir la aparición y desarrollo de esta enfermedad.
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