Verlos compartir este momento, le supone una gran enseñanza.
Hasta que cumple un año, el pequeño suele tomar el biberón o las papillas acomodado en las rodillas de papá o de mamá, o en la carriola, o incluso sentado en su sillita (desde los 6 ó 7 meses), pero siempre en horarios diferentes a los del resto de la familia. Sin embargo, a partir de este momento el pequeño hace cuatro comidas diarias, puede comer casi de todo e intenta hacerlo solito.
Ahora si es importante incorporarlo a las comidas familiares, para que aprenda a comer bien.
Los aspectos más favorables de su sillita
La manera más adecuada de hacerlo es sentándolo en su sillita, porque:
- Físicamente, le mantiene la espalda derecha y evita que adopte malas posturas.
- Pedagógicamente, lo sitúa a la altura adecuada para ir aprendiendo comportamientos que hasta entonces desconocía (cómo se maneja la cuchara, para qué sirve la servilleta, ...) , lo que constituye el primer paso para que pueda empezar a imitarlos y vaya haciéndolos suyos.
- Emocionalmente, la sillita le da la oportunidad de comer con todos, algo que favorece su socialización, le ayuda a vencer posibles problemas de timidez y le demuestra, a diario, que ocupa un lugar único y exclusivo en su familia. Esto último, a su vez, fortalece su autoestima.
Ahora bien, para que la sillita le resulte de verdad un accesorio beneficioso, antes de comprarla asegúrate de que cumple con todas las garantías de seguridad. Para ello cerciórate de que:
- Dispone de un sistema que la bloquea una vez que está abierta, según la posición en la que se encuentre.
- Es lo suficientemente sálida y tiene una base lo bastante ancha como para aguantar bien, sin tambalearse con los movimientos bruscos del niño.
- Consta de un respaldo alto y de un soporte para los pies, requisitos necesarios para que el pequeño pueda adoptar una buena postura.
- Las superficies son lisas y el decorado está hecho con sustancias no tóxicas.
- El cinturón de seguridad está bien fijo al armazón y cuenta con una segunda correa de sujeción para colocar entre las piernas del niño, con el fin de evitar que se escurra por debajo de la silla.
- No tiene tornillos ni formas puntiagudas con las que pueda lastimarse.
- Tampoco hay piezas pequeñas ni trozos de material que se desprendan y que el niño pueda meterse a la boca.
Los modelos de sillitas que hay en el mercado son numerosos: de madera, de plástico, plegables, sin patas (se aseguran a la mesa), reclinables... Incluso hay unas que llevan una almohadilla en el respaldo y que son especialmente recomendadas para los niños más delgaditos, porque les ayuda a llegar bien a la mesa, sin necesidad de adoptar posturas forzadas.
Sea cual fuere la que elijas para tu bebé (las hay adecuadas a todos los gustos, espacios y presupuestos), no te olvides de colocar debajo de ella un plástico, que sea fácil de limpiar, además de poner a tu pequeño un babero grande. Así te evitarás las tareas de limpiar el suelo y cambiarlo de ropa después de cada comida.
En su sillita y con su vajilla
Si tu pequeño no es de buen apetito, además de sentarlo y acercarlo a la mesa para comer con todos (muchos niños se animal al ver comer a los demás), cómprale un par de vajillas infantiles, decoradas con dibujos animados, y utilízalas indistintamente. Descubrir qué dibujo se esconde cada día debajo de la comida, será un aliciente que lo estimulará a comer de todo.
Desde | http://www.mamasybebes.com.ar/
martes, 1 de noviembre de 2005
Llegó la hora de incorporar a tu pequeño a la mesa familiar.
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