
Los trastornos en la articulación de las palabras, técnicamente llamados “Dislalias” constituyen un problema o una dificultad muy común en los niños y niñas entre los 5 y 8 años. Es básico tener presente que para su detección no siempre es necesario un profesional en lenguaje, ya que basta con escuchar a los niños, sin embargo, es necesario darle atención a otros componentes del lenguaje como lo son la sintaxis (estructura de la frase), la semántica (significado - ¿qué es? ) y a la pragmática (uso del habla - ¿para qué sirve).
Estas dificultades articulatorias no constituyen un grave problema, pero sí son aspectos muy válidos a tomar en cuenta, puesto que, si se establecen los mecanismos erróneos de pronunciación defectuosa, el defecto se automatiza y pasa a formar parte del habla cotidiana del niño, reflejándose también en el código escrito (lenguaje escrito), lo cual contribuye a aumentar sus dificultades en el área del lenguaje.
Las causas de las dificultades de pronunciación, en su gran mayoría, corresponden a una alteración funcional de los órganos que intervienen en el habla; malas posiciones en la lengua, fugas de aire por la boca, nariz, dientes y otros.
Con frecuencia los padres y madres comienzan a gestar su preocupación, cuándo su niño (a) de 3- 4 ó 5 años no pronuncia correctamente.
Empero, si los problemas de articulación subsisten, se podría deber a que las causas que los originaron se afianzan; entre ellas, estaría por ejemplo un frenillo lingual, dientes caídos con la consiguiente fuga de aire, la lengua que no ha aprendido a vibrar (caso de la r) y otro tipo de causas, tales como la existencia de modelos a imitar en el contexto familiar o social.
Las Dislalias pueden producirse por errores en su articulación (pronunciación) y entre ellos encontramos la sustitución de un fonema por otro, por ejemplo en caso de casa X cata.
También se producen omisiones, lo que implica que no se articula el fonema que no se domina, como teléfono X tefono.
Otro error muy frecuente es la distorsión, lo que significa que produce un sonido de forma distorsionada o incorrecta, generalmente el aproximado al sonido correcto.
Se dan casos, de igual forma donde los niños o niñas hacen un movimiento “extraño” como sacar la lengua o vibrar los labios en lugar de hacerlo con la lengua.
Finalmente, encontramos un error menos frecuente, que es la inserción de un fonema para ayudarse en la articulación de otro con mayor grado de dificultad, por ejemplo en lugar de decir plato, dice palato.
Ante esta problemática, es aconsejable que se tome en cuenta y que se le preste la debida atención con el propósito de enseñarle a pronunciar correctamente cada uno de los sonidos de las letras, así como de las sílabas y las palabras.
Es importante una acertada y temprana intervención de las dislalias, puesto que cuando el niño “pronuncia mal”, podría ser objeto de burla de sus compañeros de clase. Lo cual afectaría directamente su desarrollo afectivo. Además al iniciar el aprendizaje formal de la lecto- escritura el niño dislálico presenta una serie de dificultades, que serían difíciles de solucionar sin la intervención de un profesional en lenguaje.
Si los padres – madres, somos consecuentes en observar a nuestros niños y niñas, podríamos contribuir en su tratamiento cambiando en unos casos de actitud; mirándole a la cara cuando le hablamos, estimulando su lenguaje y proporcionándole algunos ejercicios de masticación y de soplo, a manera de juego.
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