lunes, 10 de abril de 2006

La actitud de los padres ante los berrinches

Para los padres de familia, el inicio de un berrinche es realmente una aventura, ya que calmar al niño no es tarea fácil, y mucho menos lo es controlarse ellos mismos.

Cuando el niño empieza a hacer berrinches, muchos padres de familia empiezan a actuar de una manera muy extraña. Pareciera que se trata de un asunto en donde no hay un adulto presente. Muchos padres no saben cómo enfrentar esto, y actúan de una forma poco adecuada.

Parece curioso pero cuando los niños empiezan a hacer berrinches, los padres hacen su propio berrinche y parece una competencia, por un lado el niño llora y patalea y por otro el padre grita y le da nalgadas, y no sabes a quién irle, pareciera una competencia. Al final va a ganar el niño verdadero.

Así es lo que habitualmente sucede a muchísimos padres de familia en nuestra sociedad. Pero los adultos son los que deben de llevar la batuta, los que deben de tener la palabra final; lamentablemente son los niños a esa edad quienes en muchas ocasiones terminan haciendo lo que ellos mismos desean.

Es importante que los padres de familia reflexionen y recapaciten en la forma en que han estado actuando con sus hijos.

Es cierto que no hay una escuela para padres, y que cuando llegamos a ser padres no estamos preparados para serlo. Eso es una verdad a medias. Es cierto que no tenemos la experiencia propia, es decir, no hemos vivido la paternidad o la maternidad, hasta que realmente tenemos a nuestros propios hijos, pero hay otras personas que ya han vivido eso y nos pueden aconsejar.

Un buen consejo en cuanto a la educación de los hijos no debe de tirarse al suelo, no debe de retenerse y debe en lo posible ponerse en práctica.

La educación de cualquier niño en el mundo, necesariamente implica dos cosas: amor y un carácter firme por parte de sus padres, que ayude a los niños a disciplinarse y a respetar límites. Esa mezcla de amor y disciplina, de protección y de firmeza es indispensable para la crianza de nuestros hijos.

Dale amor a un niño y no lo disciplines, y fomentarás a un niño mimado y berrinchudo que va a avergonzarte en muchas ocasiones; prepárate para experimentar pena y vergüenza.

Por otro lado, a un niño que no se le ama, que no se le abraza ni protege, sino que solamente se le está disciplinando o lo tratan como si estuviera en el ejército, crecerá como un niño amargado, alejado de los padres, resentido.

Tus hijos deben ver en ti un amigo, alguien en quien confiar, alguien que los ama y a quienes aman también ellos, deben saber que tú eres quien tiene la última palabra y que eres firme en tus decisiones.

Empiezan a verte no solamente como un amigo, sino como alguien a quien se le debe de respetar. Los padres deben de ganarse el respeto de sus propios hijos, y esto es aquello en lo que fallan muchos padres de familia cuyos hijos hacen berrinches.

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