sábado, 10 de junio de 2006
7 claves para corregir las groserias y pataletas del niño
Berrinches y palabras soeces ‘a media lengua’ son algunos hábitos que adquieren los niños y a los que muchos padres no dan importancia, les parece gracioso o simplemente no utilizan los métodos adecuados para corregirlos. Y, por el contrario, deben estar atentos para orientarlos.
Habrá momentos durante el desarrollo en los que los padres deben poner límites claros y firmes cuando el niño está explorando su entorno.
Entre los 12 a 18 meses, dependiendo del pequeño, los niños van logrando un desarrollo cognoscitivo que les permite hacer cada vez más actividades. Caminan, piden las cosas y poco a poco asumen una posición que demuestra un creciente nivel de independencia.
En esta etapa y hacia los dos años, el niño comienza con las famosas pataletas y berrinches que representan un reto de paciencia para los padres. Estos momentos son normales entre los 12 meses y 5 años de edad, y aunque no representan una grosería en sí mismos, se deben manejar adecuadamente para evitar que se agudicen o se transformen en dificultades disciplinarias.
“El comportamiento impulsivo del niño es una conducta que, dentro del desarrollo emocional, es normal, porque los niños son muy inmaduros y todavía no tienen la relación razón-comportamiento, razón-emoción. Pero cuando ellos encuentran un factor incontrolable en su entorno, entonces el problema se agrava”, explica el sicólogo Luis Alberto Rengifo, especialista en niños y adolescentes.
En los casos en los que las pataletas se salen de las manos, es aconsejable que los padres consulten un especialista en sicología infantil.
Grosería verbal
Es frecuente que cuando los pequeños ingresan a la escolaridad o tienen contacto con otros niños, empiecen a manifestarse con palabras consideradas como groserías. Según la sicóloga infantil Paula Andrea Bernal, “usualmente los niños las escuchan y no tienen conocimiento de que son palabras ‘malas’, pero observan que tienen gran impacto en el entorno”.
Algunas veces la grosería verbal está asociada a la pataleta. “Cuando el chico grosero hace berrinche, lo acompaña con malas palabras porque él sabe que esta se encuentra asociada con el acto, porque él lo ha visto y escuchado en el ambiente que lo rodea”, explica Rengifo.
Es importante que los adultos actúen como mediadores con sus pequeños para que aprendan a regularse y a utilizar un vocabulario aceptable para manifestar su frustración, tristeza o rabia. Si le prohibie decir esa palabra y se molesta cada vez que el pequeño la pronuncia, él seguirá diciéndola por ese impacto que genera entre los adultos.
¿Por qué son groseros?
La principal causa de las groserías en los pequeños es porque las escuchan de niños más grandes o de los adultos. Se debe tener en cuenta que cuando se pronuncian, siempre se está en un momento de alteración y es frecuente que los niños las digan para ver si ellos pueden obtener el mismo resultado y llamar la atención de los adultos.
Para demostrar independencia. Los niños están tratando de probar que ellos son seres independientes de sus padres, y que éstos no pueden controlar todo lo que ellos dicen, quieren y hacen.
Para imitar lo que ven en la televisión o en el cine. Los niños son fácilmente afectados por el ambiente. Si ellos tienen este ‘modelo’, lo más seguro es que tiendan a imitarlo.
Cómo corregirlos
1. Averiguar las razones por las cuales utiliza las groserías o actúa de manera grosera.
2. Converse con el pequeño. “Hable del por qué la gente dice groserías, defina cuáles son las malas palabras, y explíquele por qué no son aceptadas en su familia. Aclárele cuáles serán las consecuencias por decirlas y aplíquelas la próxima vez”, aconseja la sicóloga Paula Bernal.
3. Cuando tengan pataletas o digan groserías, no hay por qué agredirlos, pues ellos pueden desarrollar una serie de comportamientos negativos. El sicólogo Luis Alberto Rengifo explica que “si los padres son buenos modelos, no necesitan castigar. Si los niños se comportan dependiendo de la actitud de papá o mamá, entonces por qué castigar algo que ellos mismos han generado”. Tampoco los discrimine, pues se pueden mostrar aislados o inhibidos al hablar. Y nunca festeje o tome en chiste la grosería, pues ellos lo tomarán del mismo modo.
4. Se deben fijar límites. Explíquele al niño que hay palabras que no deben usar los niños, existen otras que pueden sustituir a las vulgares y que hay algunas que son bastante desagradables de escuchar.
5. Además de conversar, sobre todo en los niños más pequeños, se debe actuar. Háblele y luego actúe de acuerdo con lo dialogado. Bernal resalta que “lo más importante es reconocer las emociones del niño y validar el que todos podemos sentirnos molestos o tristes, pero que existen formas socialmente aceptadas para expresarse”.
6. Aplique algunos costos de acuerdo con la conducta del menor. Es decir, fije controles y castigos, sin necesidad de maltratarlo, pues él entenderá que un acto negativo lo lleva a perder un tiempo de diversión, alguna actividad favorita, etc.
7. Refuerce el buen comportamiento. Cuando un niño responda a la ira de una forma apropiada, asegúrese de reconocérselo.
Por Karen Johana Sánchez
Univision
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