¿Sabías que el contagio de esta enfermedad por lo general proviene por parte de los adultos?
¿Alguna vez tu niño ha presentado fiebre muy alta y sin embargo no presenta ningún otro síntoma por varios días? Al llevarlo al pediatra y a pesar de una revisión exhaustiva no encuentra rastro de alguna infección y tan sólo le receta un medicamento para bajar la temperatura; al pasar algunos días la fiebre desaparece y tu hijo presenta una erupción en toda la piel. Esta enfermedad tan común se llama roséola y es ocasionada por un virus llamado virus herpético humano 6 y 7, aunque la mayoría de los casos son causados por el tipo 6.
Durante el embarazo, las madres transfieren a sus hijos anticuerpos que los protegen contra múltiples enfermedades, entre éstas la roséola; de hecho se sabe que más del 90% de los recién nacidos tienen anticuerpos contra el virus herpético tipo 6. Estos anticuerpos van disminuyendo entre el cuarto y sexto mes de vida, por esta razón la incidencia de esta enfermedad ocurre en bebés de 6 a 15 meses de edad.
La roséola se ve en cualquier parte del mundo, sin importar la raza o área geográfica, además es tan frecuente en niñas como en niños. Aunque se puede presentar en cualquier época del año, suele ser más frecuente en los meses de primavera y otoño.
Habitualmente transcurren 5 a 15 días desde el momento en que el bebé se contagia hasta aparecer el primer síntoma de la enfermedad. A diferencia de otras enfermedades donde se presentan erupciones en la piel como la varicela, generalmente es difícil encontrar el origen del contagio. De hecho en muchos de los casos, el contagio viene por parte de los adultos, ya que la mayoría de las personas adultas podemos excretar tanto el virus herpético tipo 6 como el 7 a través de la saliva, incluso estando sanos, y estas secreciones pueden entrar al bebé a través de su boca, nariz u ojos.
Esta enfermedad prácticamente es exclusiva de bebés y niños pequeños y la mayoría de los casos ocurren en niños menores de 3 años de edad.
La fiebre y la erupción en la piel son los síntomas característicos, aunque pueden aparecer otros. Generalmente el cuadro comienza a manifestarse con fiebre elevada de 37.9 a 40°C, en promedio 39°C.
En los periodos donde el bebé tiene fiebre puede verse muy inquieto, irritable o incluso inapetente, pero en los periodos donde no hay fiebre generalmente los niños suelen comportarse normalmente. Un 5 a 10% de los niños que presentan roséola pueden llegar a tener crisis convulsivas justo en un periodo febril.
La fiebre puede ser de difícil control durante los 3 a 5 días que generalmente dura, pero una vez transcurrido este tiempo, la fiebre disminuye gradualmente en un lapso de 24 a 36 horas hasta desaparecer, y una vez que ha cedido después de 12 a 24 horas aparece una erupción rosada en el cuerpo del bebé, de ahí que a esta enfermedad también se le conozca como exantema súbito.
El exantema se caracteriza por unas pequeñas ronchitas elevadas de apenas 2 a 5 mm independientes una de otra, que empiezan habitualmente en el tronco y después se van diseminando a la cara, cuello y extremidades. Las ronchas sólo pasan por la fase donde son pequeñas manchitas elevadas, pero no se llenan de líquido en su interior ni forman costra, además no causan comezón. Pueden durar tan poco como 24 horas o persistir por unos 3 días.
Aunque los síntomas característicos de la roséola son fiebre y el exantema, algunos niños pueden manifestar durante el periodo de la enfermedad otros síntomas como escurrimiento nasal, enrojecimiento de la garganta, ojos rojos o párpados hinchados y diarrea.
El tratamiento para el niño básicamente se concreta en manejar la fiebre con algún medicamento como el acetaminofen o el ibuprofeno, mantenerlo hidratado y lo más fresco posible usando ropa ligera, bañándolo en caso necesario y conservando un medio ambiente agradable.
Es común que los padres de familia al ver que su hijo presenta fiebre alta y de difícil control por varios días, soliciten a su pediatra la prescripción de un antibiótico. Sin embargo, en esta enfermedad no está indicado su uso, recordemos que los antibióticos sólo deben utilizarse en los casos donde se presenten infecciones ocasionadas por bacterias y el origen de la roséola es viral.
Una vez que a tu bebé se le ha quitado la fiebre y aparece la erupción notarás que empieza a sentirse mucho mejor. El pronóstico generalmente es muy bueno; pasando el periodo febril de la enfermedad en donde los niños pueden estar molestos. Una vez que aparece el exantema, la resolución de la enfermedad es inminente y por lo tanto el bienestar del bebé.
No existe manera de prevenir la enfermedad, ni hay una vacuna contra la roséola y por otro lado es muy probable que los que transmitan la infección a los bebés a través de la saliva sean adultos sanos, incluyendo los propios padres.
A pesar de que los síntomas de fiebre y erupción son muy sugestivos de roséola, es importante que acudas con el pediatra del bebé, para que realice el diagnóstico adecuado. Hay algunas otras enfermedades con las que se puede confundir, entre ellas la enfermedad de Kawasaki, escarlatina, rubéola, la reacción alérgica a medicamentos y el sarampión, entre otras.
Recuerda que es importante que sea el pediatra quien diagnostique y recete a tu bebé, por más molesto que veas a tu niño nunca lo automediques, y ten paciencia durante los días más molestos, con los cuidados adecuados de mamá pronto será el mismo niño juguetón de siempre.
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