La obesidad mata. Sólo hace falta echar un vistazo a las estadísticas sobre mortalidad para comprobar que el exceso de kilos está detrás de las principales causas de fallecimiento del país. Por ejemplo, la mitad de los infartos o ictus cerebrales y tres de cada cuatro casos de diabetes graves tienen su razón de ser en una mala alimentación. Además, el sobrepeso puede reducir la esperanza de vida de forma considerable.
Para frenar el aumento continuado de prevalencia, el Ministerio de Sanidad y Consumo puso en marcha la estrategia NAOS en 2005, una iniciativa que persigue invertir los indicadores actuales de sobrepeso. El objetivo principal de este programa es mejorar los hábitos alimenticios, promover una nutrición saludable e impulsar la práctica regular de actividad física entre todos los ciudadanos, con especial interés en la población infantil y juvenil, anunció ayer a este periódico el coordinador nacional del proyecto, Juan Manuel Ballesteros, en el marco del Congreso de la Sociedad Andaluza de Endocrinología que se celebra en Córdoba. El experto aclaró que un niño con más peso del que le corresponde puede fallecer entre seis y siete años antes que otra persona que esté saludable.
Ballesteros explicó que el número de personas obesas no sólo disminuye sino que va en aumento, y hoy en día la mitad de la población adulta sufre obesidad o sobrepeso, mientras que en el caso de los niños estos trastornos nutricionales afectan ya a uno de cada cuatro.
El jefe de Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Reina Sofía y presidente del comité científico, el doctor Pedro Benito, destacó el crecimiento exponencial de la obesidad infantil, pues mientras hace algunos años sólo el 5 por ciento de los niños tenía más peso del que le correspondía, ahora este porcentaje supera el 20. Ballesteros abundó en las consecuencias de la gordura en los niños, pues "lo más probable que un joven obeso lo sea también en la edad adulta". A su juicio, la "epidemia" de una mala alimentación y la falta de actividad física están en la base de este tipo de trastornos metabólicos.
Los productos precocinados, los azúcares, las bollería industrial, la comida rápida, las bebidas carbonatadas y el sedentarismo son los principales factores de riesgo. Según el último estudio, un niño de cinco años pasa más de tres horas diarias viendo la televisión y jugando a la vídeoconsola, unos hábitos que, sin lugar a dudas, aumentan las listas de personas gordas.
Los kilos de más no sólo preocupan a las administraciones sanitarias por la enfermedad en sí, sino por los efectos devastadores que puede tener a medio o largo plazo. En este sentido, las principales causas de mortalidad del país se deben a patologías en las que el peso tiene una relación directa.
Las enfermedades cardiovasculares y circulatorias o determinados tipos de tumores tienen mucho que ver con lo que se come, por lo que, según el propio documento del Ministerio de Sanidad, de los diez factores de riesgo identificados por la Organización Mundial de la Salud como claves para el desarrollo de enfermedades crónicas, cinco están relacionados con la alimentación y el ejercicio físico: la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el consumo insuficiente de frutas y verduras. Además, la obesidad puede reducir la esperanza de vida de una persona hasta en diez años. El responsable del programa del Ministerio de Sanidad también repasó los beneficios de una dieta sana y equilibrada.
El congreso, que concluye hoy después de tres días de diferentes charlas y ponencias, ha contado con la participación de 150 endocrinos de distintos hospitales españoles.
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