miércoles, 12 de diciembre de 2007

Advierten que no hay que abusar del test de embarazo


Los expertos dicen que arroja resultado positivo cuando el embrión aún debe atravesar días cruciales. Por eso no consideran como aborto los casos en que no hay embarazo después de que el test dio positivo.

No se trata, por lo general, de problemas médicos ni de situaciones que tengan, para los especialistas, algún tipo de relevancia clínica. Perder alguna vez un embarazo en las primeras semanas de gestación no refleja necesariamente una patología en la mamá ni en la pareja. Tiene que ver con particularidades propias de la reproducción humana y con mecanismos de selección natural que intervienen en el desarrollo y evolución de todos los seres vivos.

Así explican los expertos estadísticas que impactan: sólo 3 de cada 10 embarazos llegan a término. La mitad de los embriones se detiene antes de que la mujer tenga el primer atraso menstrual y casi un 20% más se interrumpe durante el primer trimestre.

"No hay que preocupar a nadie. El 50% de los embriones se pierde antes de que se declare el embarazo. Y es normal. La evolución se detiene en los días posteriores a la concepción por múltiples razones de orden natural: en general, por problemas genéticos en la unión del óvulo y el espermatozoide. Ocurre porque la fecundidad humana es por demás imperfecta, algo que aumenta a medida que avanza la edad de la mujer", dice el especialista en fertilidad Eduardo Lombardi, presidente de la SAEGRE (Sociedad de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva).

Para bajar el nivel de alarma, vale empezar por una "relectura" de los mismos datos: una vez que el embarazo dibujó dos rayitas en la tirita del test casero o disparó algunos valores hormonales en la sangre, 8 de cada 10 embriones llegarán a ser bebés. Sólo el 20% tendrá algún problema que detenga el embarazo (por lo general, entre la detección —semana 4/5— y la semana 10 desde la última menstruación).

Son las nuevas posibilidades en materia de detección precoz del embarazo las que alumbran el enorme porcentaje de embriones que se pierde antes de la implantación del huevo en el útero (o en los días siguientes a la misma). "Los test caseros detectan niveles de hormonas bajísimos y pescan embarazos muy incipientes. Es positivo porque permite cuidar el embarazo desde muy temprano, pero tiene algunas contras: dispara un sueño antes de que esté clínicamente confirmado con una ecografía. Es muy duro cuando la pareja se queda sólo con la tirita del test. Es lo que llamamos embarazo bioquímico", explica el obstetra Mario Sebastiani, del Hospital Italiano.

Estas novedades se están presentando hoy en el IV Encuentro Latinoamericano de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, en Buenos Aires. "La pérdida de embarazos es muy frecuente, pero así como no hay que dar relevancia clínica a muchos casos, hay otros que merecen atención y, tomados a tiempo, no sólo permiten salvar vidas sino que ayudan a la mujer a estar mejor preparada físicamente para defender su embarazo y no repetir la frustración y el dolor de otro aborto espontáneo", dice Lombardi.

El criterio médico indica que hay que perder 3 o más embarazos antes de las 20 semanas de gestación para hablar de aborto recurrente, un problema que afecta al 5% de las argentinas. Sin embargo, hoy son pocos los médicos que esperan a ese momento para empezar a estudiar a la paciente en profundidad. "No tiene sentido someter a la mujer a la eventualidad de una nueva pérdida si puede evitarse. Tras un segundo aborto empezamos a investigar", dice Lombardi.

La buena noticia es que el aborto recurrente es una patología con diagnósticos cada vez más precisos y tratamientos cada vez más eficaces. De hecho, las causas genéticas son las únicas que no tienen cura.

Los expertos coinciden en que la tasa de aborto espontáneo no cambió en los últimos años. "No se pierden más embarazos que antes. La gente percibe un incremento, pero no es así. Tiene que ver con la mayor detección precoz de embarazos, cuya pérdida no tiene relevancia clínica", apunta Sebastiani.

El obstetra Lucas Otaño coincide: "No tomamos como aborto que haya habido un test de embarazo positivo. Los test son muy sensibles y pescan la gonadotropina coriónica (la hormona del embarazo) a niveles muy bajos, cuando todavía el embrión tiene que atravesar días cruciales. Un peligro de la detección precoz es que —al alumbrar embarazos que hubieran pasado inadvertidos— podemos transformar a una pareja sana en patológica."

No hay mucho que analizar. Si hay un orden natural —o uno divino—, lo estableció así: la fertilidad humana es, de por sí, ineficaz. Normalmente, existe sólo un 25 por ciento de posibilidades de conseguir un embarazo por cada ciclo reproductivo (28 días). Es decir, aun en las mejores condiciones, la probabilidad de quedar embarazada es baja. A esto hay que sumarle otro rasgo que no la ayuda: la fecundidad humana, además de ineficaz, es imperfecta: 7 de cada 10 embriones quedarán en el camino. Aun así, el milagro de la vida siempre triunfa. Está a la vista.

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