viernes, 15 de febrero de 2008

Como juegan los chicos de 2 a 3 años

La adquisición del lenguaje desencadena nuevas capacidades de juego en los chicos de esta edad. Del juego paralelo pasan al juego compartido y socializado. Asimismo, la abstracción y la imaginación abren nuevas posibilidades de juego simbólico.

Si se les pregunta a los chicos qué es lo que más le gusta hacer, la respuesta suele ser unánime: jugar, jugar y seguir jugando. Durante la infancia, el juego es una manera de vivir. Pelotas, bloques, muñecas y autitos son sólo algunos de los objetos que eligen los chicos para construir sus propios mundos y dar rienda suelta a la imaginación. La realidad que los rodea se transforma y, a través de la experiencia lúdica, elaboran situaciones cotidianas vinculadas a su propio crecimiento.

Así, los chicos empiezan a adaptar su entorno a las circunstancias que ellos desean. Es un momento de juego egocéntrico. “A los dos años aparece lo que se llama el ‘juego simbólico’ - explica Luciana Révora, psicopedagoga – El chico puede empezar a pensar sobre lo que no ve directamente, sobre cuestiones un poco más abstractas”. Una muñeca, por ejemplo, se convierte en la hija que hay que ayudar a dormir. Una silla se transforma en una casita en donde esconderse y sentirse protegido. Los objetos dejan de ser blanco de descarga física para ser utilizados como símbolos de situaciones intangibles. La representación reemplaza a la exploración sensorial.

Sin embargo, se trata todavía de una experiencia individual, de un “juego paralelo”, en el que los chicos comparten el espacio físico para entretenerse, pero no interactúan. “Cuando Pedro tenía dos años, me llamaba la atención que no quisiera compartir el juego con los hijos de mis amigas. – recuerda Florencia, su mamá - Cuando nos reuníamos, los chicos pasaban largos ratos jugando, pero cada uno por su lado. Recién un año después empezaron a vincularse entre ellos y a jugar en grupo”.

Es a través de la adquisición del lenguaje que los chicos empiezan a embarcarse en el proceso de socialización y a desarrollar la capacidad del juego compartido . “Ya a los tres años aparecen los primeros juegos de roles. La mamá y la hija, y la maestra y la alumna son dos de los más comunes”, señala la psicopedagoga. Los juegos reglados también son característicos de esta etapa, que a su vez coincide con el inicio del jardín de infantes.

Asimismo, las marcas de las frustraciones, los miedos y las ilusiones también aparecen en la instancia del juego. Una visita al pediatra o el primer día de clases son algunas situaciones que los chicos recrean jugando. De esta manera, descargan la tensión que les producen esas circunstancias y convierten lo temido en disfrute. Para los padres, esta modalidad de juego puede resultar útil a la hora de preparar a sus hijos para situaciones nuevas. A través de la dramatización de acontecimientos desconocidos, preparan a los chicos para enfrentarse a lo que vivirán.

¿Qué rol deben cumplir los padres en la experiencia de juego de sus hijos? Lo más importante, según la psicopedagoga, es prestar atención al modo en que los chicos juegan. Escucharlos hablar y observar sus comportamientos son maneras de entender qué les está pasando. El juego se convierte así en una mirilla por la que se puede conocer mejor su mundo interior

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