La sonrisa es percibida por los padres como el primer comportamiento social que manifiesta el bebé. Todos los padres están convencidos de que el bebé "les" sonríe cuando le ven sonreír. La "verdadera" sonrisa, que aparece a las seis semanas del nacimiento, es recibido por los padres como un verdadero regalo.
Desde el nacimiento, se puede observar una primera forma de sonrisa: es un movimiento de labios. Aparece con frecuencia durante el sueño y parece estar en relación con las sensaciones internas y la actividad del sistema nervioso central. Parece que, incluso cuando la persona es adulta, esta sonrisa se sigue manifestando después de una comida, escuchando música… Después de la segunda semana, es la voz la que provoca la sonrisa. Al segundo mes, la sonrisa se acompaña del leve estiramiento de los labios.
A partir de la sexta semana, la cara entera puede despertar una sonrisa en el niño. Esta sonrisa se considera como una sonrisa "social". A partir de los seis meses, se percibe como un indicador positivo de la socialización. Rápidamente, el niño percibe las reacciones que su sonrisa provoca en los otros. Si la sonrisa es innata que no se aprende, las reacciones del entorno contribuyen a desarrollarla.
La risa está considerada como una prolongación de la sonrisa. Se trata de una expresión emocional diferente a la sonrisa por su forma y los estímulos que la provocan. Durante los primeros meses, lo que provoca la risa es — por ejemplo — las cosquillas. Después llega un proceso de "reflexión" (risa después de una broma). Esta risa interviene también en el intercambio emotivo pero no tiene el mismo valor que la sonrisa.
Hay otras muchas expresiones del rostro que permiten al bebé expresar sus emociones. Su diversidad es el resultado de toda una coordinación neuromuscular. La mímica suscita muchas interpretaciones por parte de los adultos (el bebé esté enfadado, está contento…) También provocan una imitación recíproca. Si el bebé hace un gesto, la mamá lo imita y viceversa. La mímica refuerza las expresiones del niño y le incita a multiplicarlas. Numerosos investigadores se han preguntado como un niño, que nunca se ha visto en un espejo y que no tiene conciencia de su propio cuerpo puede reproducir estos gestos. Esta forma de imitación precoz que parece innata constituye un misterio.
La capacidad para imitar desaparece alrededor de los 3 — 4 meses y vuelve a aparecer al año. En este momento, se trata de la imitación voluntaria de un movimiento conocido, después de expresiones nuevas. La imitación obedece a criterios precisos: los estímulos más significativos son emitidos por las personas del entorno, su significado está marcado por la relación entre el niño y la persona que está delante de él.
La mímica puede testimoniar los gustos del niño, sus reacciones ante el sabor de los alimentos. La madre sabrá rápidamente si al bebé le gusta lo que come o no.
Sonreír, reír y otras expresiones del rostro le sirven al niño para comunicarse con los que están cerca de él. Rápidamente los padres comprenderán la forma de comunicación de su bebé, para gusto de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario