sábado, 10 de enero de 2009

Tras un aborto, una mujer debe esperar casi un año para volver a concebir

Hacer duelo por la pérdida de un bebé y buscar la asesoría del ginecoobstetra son claves a la hora de intentar concebir de nuevo.

Cuando una pareja desea tener un hijo y debe afrontar un aborto espontáneo, es necesario que recurra a los especialistas para que los orienten en el modo en que deben afrontar la pérdida a nivel emocional y también les ayuden a prepararse físicamente para un nuevo embarazo.

La pérdida

Jaime Enrique Ruiz Sternberg, ginecoobstetra y profesor de la Universidad del Rosario, explica que el término aborto significa la “terminación del embarazo antes de la viabilidad fetal. Es decir, antes de que el feto pese 500 gramos o complete 22 o 24 semanas de vida”.

Al confirmar que el feto ha dejado de tener vida, llega otro momento en el que se requiere más que nunca de la fortaleza y el apoyo mutuo de la pareja, pues la mujer debe expulsar los ‘productos’ de la concepción: la placenta y el feto, principalmente.

Aquí pueden presentarse varias situaciones. En primer lugar, que haya un aborto completo; o sea, que se expulsen completamente tanto la placenta como el feto. En segundo lugar, que se expulsen parcialmente, lo cual se denomina aborto incompleto y, finalmente, que no se expulsen o que haya un aborto retenido.

“Una vez se determina qué tipo de aborto hubo, se realizan los procedimientos necesarios para limpiar completamente el útero y así empiecen a revertirse completamente los cambios fisiológicos que produjo el embarazo”, comenta el ginecoobstetra.

El duelo

Cuando han finalizado todos los tratamientos médicos propios del aborto, la pareja, y especialmente la mujer, debe elaborar el duelo del bebé que perdió.

“El duelo es el proceso a través del cual las personas se dan a sí mismas la oportunidad de expresar sus sentimientos con respecto a la pérdida que han sufrido. Con el diálogo, el tiempo y algunos rituales simbólicos, tienen la posibilidad de aceptar la pérdida y superar la tristeza, la frustración, el dolor y los demás sentimientos que se han generado”, sostiene la siquiatra Rocío Barrios.

En ese sentido, el doctor Ruiz asegura que el duelo puede requerir de un manejo interdisciplinario; es decir, de la intervención de un sicólogo o siquiatra que contribuya a que el duelo se elabore con mayor facilidad, sobre todo si en la pérdida estuvieron presentes algunos de los siguientes factores:

1. El aborto se produjo en el marco de un problema llamado aborto espontáneo recurrente o aborto habitual. “Las mujeres que sufren aborto recurrente; es decir, han tenido dos o más abortos, corren mayores riesgos de que el siguiente embarazo termine en un aborto. En cambio, las que solo han tenido un aborto espontáneo no tienen un riesgo mayor de que su segundo embarazo termine en aborto”, afirma el ginecoobstetra.

2. Cuando el embarazo ha sido muy difícil de conseguir y, por ejemplo, la paciente llevaba varios años en un tratamiento de fertilidad y no había podido tener hijos.

3. Otras circunstancias que hayan rodeado a la pérdida, como la estabilidad de la pareja, antecedentes de depresión, etc.

4. Pérdida tardía. Sobre este aspecto, la doctora Barrios afirma: “Si la pérdida se presenta aproximadamente entre la semana 4 y la semana 12 del embarazo, el manejo del duelo se enfoca más hacia la mujer, no hacia el bebé que ha perdido, pues ella no ha establecido un vínculo muy fuerte con él, teniendo en cuenta que en ese periodo apenas se está conceptualizando el embarazo”.

Esto significa que el principal sentimiento que antecedió al aborto era la expectativa de la madre consigo misma frente al embarazo. Así que ella todavía no se había hecho muchas ilusiones con respecto al bebé, sino que apenas estaba asimilando que iba a ser madre.

Ahora bien, si el aborto se produjo de la semana 12 a la semana 20, el vínculo con el hijo ya se había fortalecido, pues seguramente la mujer había tenido la oportunidad de sentirlo y de relacionarse más profunda y sentimentalmente con él.

“A partir de entonces, el duelo se enfoca más hacia el bebé, puesto que ella puede experimentar un cierto sentimiento de culpa y preguntarse a sí mima en qué falló para que el bebé muriera. Cuando esto ocurre, es necesario cerrar el ciclo y hacer que comprenda que la pérdida no fue su culpa, sino que ese era el tiempo de vida del bebé”, asegura la siquiatra.

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