Ingerir en exceso alimentos que contengan grasas trans, como la bollería industrial, los helados, la margarina o las patatas fritas durante el embarazo y la lactancia pueden afectar al desarrollo cognitivo de los niños y reducir su peso al nacer, según afirmó hoy el responsable de Componentes y Aditivos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el doctor Pedro Mario Fernández.
Durante el transcurso de las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica que se celebran hoy y mañana en Madrid, este experto explicó que los ácidos grasos trans (AGT) "retrasan la fecha de caducidad de los alimentos, reducen su oxidación y mejoran su textura y flexibilidad".
Sin embargo, este componente, que se puede transmitir al bebé durante la gestación y a través de la leche materna, "es una estructura artificial derivada de procesos industriales que nuestro cuerpo no reconoce, no puede metabolizar y que se limita a acumularse en el organismo", aseguró el doctor Fernández.
Otra de las complicaciones más importantes derivadas del consumo "no controlado" de los AGT son las enfermedades cardiovasculares. En este sentido, los AGT son responsables de la reducción del colesterol HDL ("bueno") y del aumento del LDL ("malo"), lo que a la larga se traduce en "un mayor riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares" --como el infarto de miocardio agudo-- "e incluso en el desarrollo de una diabetes tipo 2", aseveró el responsable de la AESAN.
Estos ácidos grasos son también responsables de anular los "efectos positivos" de otros elementos como las vitaminas liposolubles (A,D,E y K) "imprescindibles para la salud de los niños", apuntó. A este respecto, el Ministerio de Salud y Política Social, a través de la estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad (NAOS), aconseja la "vigilancia y la reducción de la ingesta de este compuesto" hasta el 0,5-2 por ciento del aporte calórico diario.
MODERACIÓN CON LAS PALOMITAS DE MICROONDAS Y LAS PATATAS FRITAS
La dieta mediterránea, predominante en España, hace que la ingesta media de grasas trans sea más baja que la de otros países como EE.UU. o Canadá. No obstante, "la cultura de la 'fast-food', representada no sólo por las pizzas o las hamburguesas, sino también por los 'snacks' y la bollería industrial, hace que nuestro país no esté exento de los efectos negativos que provocan los AGT", explicó el doctor Pedro Mario Fernández.
Según este experto, la alimentación de niños y adolescentes merece una "especial atención" porque son el segmento poblacional "que más alimentos de este tipo consume". "Por poner varios ejemplos de comidas predilectas para los niños, las palomitas de microondas contienen hasta un 36 por ciento de grasas trans, las patatas fritas hasta un 20, las sopas deshidratadas (de sobre) hasta un 15, las hamburguesas hasta un 4 y las pizzas hasta un 3 por ciento", comentó.
Respecto al resto de grasas, el doctor Fernández señaló que "todas tienen el mismo aporte calórico, desde las trans hasta las insaturadas, pero sus efectos sobre los niveles de colesterol son muy diferentes".
Así, las grasas monoinsaturadas --aceite de oliva-- aumentan el colesterol "bueno" (HDL) y reducen el "malo" (LDL); las Omega 6 --aceites de girasol, maíz-- reducen los dos tipos de colesterol; las Omega 3 --nueces, pescado, soja-- reducen el LDL y mantienen los niveles de HDL; y por último, tanto las grasas trans como las saturadas --leche entera, carne roja-- reducen el colesterol bueno y aumentan el malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario