El síndrome de guardería es como denominan los expertos al periodo que comprende los meses más fríos del año y en los que se da todo tipo de contagios y enfermedades infantiles. Desde el mes de noviembre hasta el mes de marzo, las guarderías se convierten en un medio en el que las enfermedades como la laringitis, la bronquitis o gripes, entre otras, se transmiten alegremente entre los niños.
Los contagios son difíciles de evitar y cuando un niño incuba alguna de las enfermedades que antes hemos mencionado y acude a la guardería, se podría decir que se garantiza un contagio de hasta el 70% de los niños que se encuentran en la clase.
Evitar que se produzca el síndrome de guardería es imposible, sin embargo, se puede reducir su incidencia y somos los padres los que debemos actuar para lograrlo.
El principal error que se puede cometer y que favorece este síndrome es llevar al niño a la guardería cuando muestra algunos síntomas que nos pueden parecer leves, un poco de tos o estornudos que nos hacen pensar que se trata de un simple resfriado puede terminar convirtiéndose en una de las enfermedades que antes hemos nombrado y lo peor es que los virus y bacterias que estaban comenzando a proliferar han sido esparcidos por toda la clase, con lo que prácticamente está garantizado un contagio a gran escala.
Los niños tienen un sistema inmunológico menos desarrollado y por tanto, el grado de contagio suele ser mayor, los especialistas nos aconsejan adoptar determinadas precauciones que evitarán el contagio en los demás niños y tratarán mejor la enfermedad que se está gestando. Cuando detectemos alguno de los síntomas que hemos mencionado, es recomendable no llevar al niño a la guardería como medida de prevención por su salud y por la salud de sus compañeros, y acudir al pediatra.
También deben seguirse las recomendaciones sobre la higiene infantil a fin de reducir los focos de contagio, limpiar bien los utensilios que utiliza el niño, lavarse bien las manos, etc., todo ello reducirá la probabilidad de que el contagio se dé en el núcleo familiar. Incluso un simple resfriado debe ser tratado adecuadamente y añadiríamos que no está de más acudir al especialista, hay que tener en cuenta que un resfriado mal curado puede terminar agravándose y convertirse en una enfermedad más severa.
En el síndrome de guardería también podemos ser responsables los padres de un modo inconsciente, si nos afecta un simple resfriado, éste puede incidir en el niño y convertirse en algo más grave como podría ser una gripe o una bronquiolitis. Es evidente que en muchas ocasiones la cadena de contagios que provocan el síndrome de guardería se origina en muchas ocasiones en el propio hogar.
Desde | Pequelia
1 comentario:
Como Germán el invierno pasado hizo repetidas bronquilitis y gastroenterítis la pediatra nos dijo que mejor esperaramos a ver que tal le hiba este invierno antes de autorizarlo a ir a una guardería. Lo cual nosotros respetamos a rajatabla, primero porque no puedo despegarme de él, segundo porque estoy totalmente de acuerdo en que cuando un niño está enfermo debe guardar reposo, no sólo para no contagiar a otros niños, sino también por su propia salud. Yo veo a padres que envían con temperatura a sus niños al jardín por no tenerlo en casa.
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