martes, 29 de septiembre de 2009

Mascotas: más que compañeras de juego

Quienes se implican en el cuidado de un animal se hacen más responsables y adquieren una mayor competencia social...

Las mascotas pueden convertirse en el mejor aliado de padres y educadores para la socialización de niños y adolescentes. Si al gran interés por los animales de compañía se une un cuidado adecuado, estos pueden ser una fuente indiscutible de salud psíquica y social para los más pequeños. Algunos psicólogos y psiquiatras infantiles ya usan animales en la atención a niños con diagnósticos de hiperactividad o accesos de ira.

Más que un compañero de juego

Es una reacción recíproca: los niños gustan a las mascotas, en general, y las mascotas -sobre todo los perros- a los niños. En el libro "Los niños necesitan animales de compañía", de Plataforma actual y la Fundación Affinity, Dieter Krowatschek, psicólogo infantil y escolar que trabaja en Marburgo (Alemania), explica que su interés por las mascotas se debe a diversas razones: son más curiosos que los adultos y menos precavidos al interactuar con otras especies; aprecian el hecho de que la mayoría se comporte de forma infantil, lo que les confiere una gran ventaja como compañeras de juego; y, entre todas ellas, se sienten atraídos en especial por los cachorros.

Todo esto explica que en España haya 22 millones de mascotas que conviven con los niños. Gracias a esta convivencia, los pequeños de la casa que se implican en su cuidado se hacen más responsables y adquieren una mayor competencia social. Además, según destaca Krowastschek, en la sociedad coetánea los animales de compañía pueden convertirse en grandes y afectuosos amigos, tanto para los niños como para los adolescentes incomprendidos, puesto que ayudan a suplir la ausencia de los padres que soportan largas jornadas laborales.

También ayudan a contrarrestar la perniciosa influencia de tantas horas de actividades en solitario, que favorecen la afición por los videojuegos o el ordenador, las películas de vídeo o la lectura de tebeos. Los niños y adolescentes que conviven con un animal de compañía se relacionan con él de una forma lúdica y tienen una oportunidad única de interactuar, jugar y conectar con otro ser vivo, así como de educarlo.

En el imaginario infantil, los niños se relacionan con distintos animales y adoptan roles o papeles diferentes: gracias a su desbordante capacidad de invención se ponen en la piel de cualquier especie, incluso, de dinosaurios extinguidos. En general, los osos de trapo y los peluches les fascinan por su gran parecido con las mascotas reales, por lo que es muy fácil que se identifiquen con ellos.

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