jueves, 24 de septiembre de 2009

Para estos paises, los niños no cuentan

Numerosos países no reúnen unas condiciones óptimas para el bienestar infantil, incluso en las regiones industrializadas...

Hambre, guerras y epidemias son los mayores enemigos de los niños. Diversos informes confirman que en determinadas zonas del planeta la situación mejora para ellos, pero incluso en los países industrializados tienen carencias. Son el grupo más vulnerable y la crisis económica actual no contribuye a mejorar su situación: la tasa de mortalidad infantil ha descendido en los últimos años, pero todavía debe bajar más; los conflictos armados se nutren de niños soldados, cuyas secuelas psicológicas son a menudo mayores que las físicas; y en los países desarrollados, el crecimiento del PIB no es proporcional al nivel de bienestar infantil.

Mortalidad infantil

Hace apenas unos días, UNICEF anunciaba un hito: ahora mueren menos niños que hace dos décadas. Se ha pasado de 12,5 millones de muertes infantiles en 1990 a 8,8 millones en 2009. Pero esta cifra podría ser todavía menor. "Evitar estas muertes no es complicado", subraya UNICEF.

En comparación con 1990, cada día mueren 10.000 niños menos. Sin embargo, "es posible acelerar el progreso, incluso en los entornos más pobres". Los programas de salud integrados son una de las principales apuestas. Fomentan la participación de las comunidades para abordar las causas de mortalidad: neumonía, diarrea, trastornos en recién nacidos, paludismo, VIH y desnutrición. "Las dos causas principales de mortalidad de menores de cinco años son la neumonía y la diarrea", asegura la agencia de Naciones Unidas para la infancia. La meta, insiste, es cumplir el Objetivo de Desarrollo del Milenio que pretende reducir en dos terceras partes la mortalidad de los menores de cinco años. Conseguirlo en el plazo previsto, para el año 2015, exigirá "recursos específicos".

Los datos de Save the Children (STC) revelan que el 99% de las muertes de niños menores de cinco años se registran en países en desarrollo. "En su mayoría, por causas totalmente prevenibles", coincide. Cada tres segundos muere un niño en el mundo. La mitad de los fallecimientos se registran en seis países: India, Nigeria, República Democrática de Congo, Etiopía, Pakistán y China.

Entre los menores de cinco años, la neumonía es la principal causa de muerte, por delante del sida, la malaria y el sarampión juntos. Unos dos millones de niños fallecen cada año como consecuencia de esta enfermedad, "y se estima que un millón más muere como consecuencia de infecciones severas", apunta STC. La diarrea provoca cerca de dos millones de muertes cada año entre niños menores de cinco años y la malaria, que está en el origen de 800.000 muertes en África subsahariana, tan sólo es responsable del 1% de las bajas en el Sudeste Asiático.

Soluciones económicas

Reducir estas cifras no es caro. Es un trabajo largo que se consigue "con intervenciones sencillas, de bajo coste y muy eficaces", señala UNICEF. Entre ellas, destacan las vacunaciones sistemáticas de niños y madres, el uso de mosquiteras impregnadas con insecticida para prevenir el paludismo (malaria), la distribución de suplementos vitamínicos y la mejora en la atención médica a niños y mujeres.

Las intervenciones de bajo coste podrían reducir la tasa mundial de mortalidad de neonatos hasta en un 70%, indica Save the Children. Algunas de sus propuestas son:

* Método de la madre canguro. Consiste en colocar al recién nacido con bajo peso en contacto con la piel materna para que mantenga su calor: "Ayuda a los niños a sobrevivir en los primeros días críticos".
* Lactancia exclusiva. Podría salvar la vida de casi un millón de bebés al año.
* Vacunas contra el tétanos y el sarampión. La primera apenas cuesta 40 céntimos y evitaría la muerte de 215.000 recién nacidos y 30.000 madres cada año. La vacuna contra el sarampión no llega a 15 céntimos.
* Sales de rehidratación oral. Se emplean para combatir los efectos de la diarrea. Cuestan 50 céntimos.
* Antibióticos para tratar la neumonía, por tan sólo 30 céntimos.

Conflictos armados

El impacto de la guerra en la infancia es "más brutal que nunca". Las consecuencias de los conflictos son directas, a corto plazo, pero también afectan al desarrollo y bienestar de los pequeños a largo plazo. Así lo constata el "Informe Machel" (junio de 2009), que revisa un estudio similar realizado hace diez años.

Entre sus conclusiones, calcula en más de 1.000 millones la cifra de niños que viven en zonas en conflicto. Unos 300 millones no han cumplido cinco años. En el informe, que está respaldado por UNICEF, se hace un llamamiento para avanzar de manera urgente en la protección de todos los menores afectados por conflictos. "La guerra viola los derechos de los niños: el derecho a vivir, el derecho a la unidad familiar, el derecho a la salud y a la educación, el derecho a ser protegidos de la violencia y el abuso y el derecho a recibir asistencia humanitaria", advierte.

El Informe Michel apunta como principales riesgos: la proliferación de armas ligeras y de grupos armados, las minas terrestres o la munición sin detonar. Los niños son reclutados como soldados o se convierten en víctimas de la violencia sexual y de los ataques contra escuelas y hospitales. "Los niños y niñas que viven en países en conflicto son además más propensos a dejar la escuela y a vivir amenazados por la pobreza, la malnutrición, los desplazamientos de población y las enfermedades" agrega.

Pobreza en los países ricos

La mayoría de los países aparecen en las estadísticas. Incluso las regiones más ricas del planeta. El informe "Pobreza infantil en Países Ricos" (2005), de UNICEF, destacaba un aumento de la proporción de niños pobres en 17 de los 24 países miembros de la OCDE desde 1990. Otro estudio fechado dos años después mostraba una realidad similar.

El hecho de que Reino Unido y Estados Unidos se sitúen en los últimos puestos evidencia, según las conclusiones del informe, que no existe una correlación entre los niveles de bienestar infantil y el PIB per capita. Es el caso de la República Checa, cuya posición general de bienestar infantil es más alta que la de muchos países más ricos, como Francia, Austria o Estados Unidos.

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