Aunque generalmente siempre se ha dicho que los juegos, en exceso, pueden aislar socialmente a un individuo, en la Universidad de Missouri se ha demostrado un efecto contrario: los juegos facilitan la interacción social con el mundo de los niños autistas.
Empleando el juego Space Race, pretenden saber si las ondas cerebrales del niño se reeducan para mejorar la concentración y el nivel de atención.
Guy McCormack, responsable de terapia ocupacional en el MU School of Health Professions, explicó que "los niños con autismo suelen desconectarse del mundo y nosotros queremos utilizar un proceso de retroalimentación neuronal para enseñarles cómo se siente uno prestando atención y estando alerta".
Esta retroalimentación funciona colocando sensores en la cabeza de los niños. La concentración se premia con efectos visuales y auditivos que se representan en un monitor. Una segunda pantalla muestra la actividad cerebral.
El resultado del entrenamiento fomenta el uso de esas partes del cerebro que o bien no han sido utilizadas o bien estaban dañadas.
Desde | Noticias 3D
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