lunes, 24 de mayo de 2010

Flúor y embarazo

Las mujeres embarazadas tienen mayor riesgo de desarrollar caries, debido a los cambios hormonales que suceden durante el periodo de gestación.
Agua, té y pescados

El flúor es un mineral que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades, si bien su presencia en el organismo es insustituible. Se considera un micromineral, junto con otros como el zinc, el yodo o el selenio, pero desempeña un rol destacado en la prevención de las caries. Además de ser un elemento importante en la formación y mantenimiento de los huesos, participa también en el endurecimiento del esmalte de los dientes y los hace más resistentes.

Dado el papel relevante del flúor para el desarrollo óseo y dental del bebé, la futura mamá deberá conocer que el agua potable, el té, los pescados y mariscos y algunas verduras, como las espinacas y la col, destacan sobre el resto en su contenido en este micromineral. Por lo general, el agua es la fuente principal de flúor en la dieta. Por ello, ya que en exceso puede resultar tóxico, la Unión Europea ha aprobado en fechas recientes un reglamento que autoriza y fija las condiciones de un nuevo tratamiento destinado a eliminar los fluoruros en las aguas minerales naturales y de manantial.

Para la madre y el bebé

Durante el embarazo, la acidez de la cavidad bucal aumenta, por lo que los dientes necesitan una atención y cuidados especiales para evitar su desmineralización y las caries. Sin embargo, durante los primeros meses de la gestación, el cepillado dental puede llegar a provocar náuseas, por lo que muchas mujeres descuidan la higiene bucal y se favorece el desarrollo de las molestas caries. El cepillado después de cada comida, aunque sea sin dentífrico, y una dieta que asegure la cantidad de flúor necesaria para fortalecer los dientes, son las dos claves para evitarlas.

Es una buena costumbre enjuagarse la boca, aunque sea una vez al día, con un colutorio. La mayoría de dentífricos y enjuagues bucales contienen flúor, de probada eficacia anticaries, que refuerza el esmalte dental y lo hace más resistente ante los ácidos generados por la placa. El gesto cotidiano de higiene bucal puede ser suficiente para aportar la cantidad requerida de este micromineral.

Su transferencia placentaria, de la madre al feto, se ha revisado de manera extensa. La publicación "Uso sistémico de flúor para la gestante: riesgos o beneficios", dirigida por Aymar Pavarini, profesor titular del Departamento de Odontopediatría de la Facultad de Odontología de Bauru, Universidad de Sao Paulo (Brasil), se hace eco de las investigaciones que han constatado que hay una proporción directa entre el flúor ingerido en el período de embarazo y el hallado en el recién nacido.

La dieta de la madre desempeña, entonces, un papel protector de la caries para el futuro bebé. Se ha detectado que cuando se administra en bajas dosis, la fijación de este elemento se da con preferencia en los tejidos maternos, mientras que en dosis más elevadas es capaz de atravesar la placenta y llegar al feto. Si el aporte es excesivo, puede provocar fluorosis. Diversos autores afirman que la protección de la dentadura de los niños es casi completa si las superficies lisas de los dientes están expuestas al flúor dos o tres años antes de la erupción, por lo que la prevención se debe continuar tras el nacimiento.

De esta manera, la mujer embarazada no tiene que recurrir a suplementos extras que pueden ser contraproducentes y cuyo consumo no es seguro ni resulta necesario que se haga de manera sistemática, según informan las últimas investigaciones.

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