* Shanta Maya Nepali ha sido madre 25 veces, aunque sólo ha visto sobrevivir a siete de sus descendientes.En Nepal, donde la media de hijos por mujer es de 3,1 niños, Shanta Maya Nepali ha sido madre 25 veces, aunque si pudiera hacer retroceder las agujas del reloj, este paradigma de la fertilidad asegura que no tendría ni un solo vástago.
* Asegura que si volviera atrás no tendría ninguno.
* Dio a luz a todos sus hijos en su vivienda sin recibir atención médica.
"He vivido una vida llena de sufrimiento. Sólo yo sé cuánto dolor he tenido que soportar", dice Shanta, de 56 años, que dio a luz siempre en su casa en una aldea del distrito central de Dhading, sin asistencia alguna y sólo ha visto sobrevivir a siete de sus descendientes. Uno de los bebés de Shanta Maya y de su marido, Dil Bahadur Nepali, nació muerto pero los restantes 17 fallecieron con hasta diez meses de vida.
El primer hijo de la pareja fue un niño que falleció y posteriormente Shanta Maya dio a luz a una niña que logró sobrevivir. Animado, el matrimonio intentó convertirse en padres de nuevo, pero Shanta perdió a siete hijos seguidos y nuevamente tuvo una niña, una carga para la mentalidad de los hindúes, que siempre aspira a tener descendencia masculina.
La esforzada madre dio a luz a todos sus hijos en su vivienda sin recibir atención de médicos o comadronas, algo habitual en Nepal y mucho más si la parturienta es una "dalit" o "intocable" según el rígido sistema de castas de los hindúes. "La nuestra es la única casa 'dalit' del pueblo y queda muy alejada de las otras", explica Dil Bahadur, de 67 años.
Shanta Maya, seguramente, desconoce las estadísticas que reflejan que en Nepal mueren 281 mujeres por cada 100.000 nacimientos, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Cuando rompía aguas, la mujer simplemente se tumbaba y empujaba hasta que el bebé nacía, mientras el marido esperaba fuera de la casa. "Estaba probablemente asustado, ni siquiera entraba en la casa", le defiende la resignada esposa. "No sabía si ella viviría o moriría", rememora el marido.
Son sastres
Shanta Naya apenas descansaba después de alumbrar: cinco días de reposo como manda la tradición -que la considera "impura" durante ese periodo- y el sexto de vuelta al trabajo. La pareja pertenece a la casta de los sastres, una de las más bajas del Nepal hindú, y se gana la vida con lo que obtienen cosiendo y de un pedazo de tierra que consideran suyo aunque no tienen ningún papel que certifique su posesión.
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