martes, 21 de septiembre de 2010

Ansiedad en niños por la separación de sus cuidadores

El miedo a separarse de los cuidadores es algo habitual, sano y adaptativo en niños menores de dos años y medio. Un bebé necesita a sus cuidadores (padres, abuelos, hermanos mayores, etc.) para su supervivencia física y desarrollo psicológico. Por eso, muchos lloran de manera desesperada cuando su madre, su padre -o los cuidadores con quienes mantiene más relación- se alejan. La vivencia psicológica del niño le transmite que la figura que le mantiene a salvo de los peligros, le da seguridad y serenidad, le deja desamparado.

Este miedo a la separación surge hacia los 8 meses de edad y acaba alrededor de los 14 meses, cuando el niño empieza a entender que sus cuidadores son personas diferentes a él. En esta etapa ya tiene un estrecho lazo afectivo con ellos y todavía no comprende qué es el tiempo, así que no sabe que un cuidador puede alejarse y volver al cabo de un rato. El miedo a separarse es una fase frecuente en esta etapa de la infancia. Si el desarrollo físico y psicológico del niño es el deseable, perderá este miedo poco a poco y su ansiedad se concentrará en otras situaciones, como las personas desconocidas, los animales o la oscuridad.

Más en las niñas

Se calcula que cerca del 4% de los niños sufren ansiedad por separación. Puede ser puntual al separarse de sus cuidadores, en el primer día de colegio o si se sienten mal por algún motivo. En algunos casos, esta ansiedad propia de los bebés se mantiene durante la infancia y se convierte en un trastorno. En otras ocasiones, un niño que no sufría este problema empieza a manifestar los síntomas de malestar físico y psicológico cuando se separa de sus cuidadores o cree que se va a separar de ellos.

El niño tiene miedo de que sus padres no vuelvan o de que fallezcan. Los síntomas propios de la ansiedad (agitación, palpitaciones, llantos) pueden acompañarse de depresión o tristeza. Otros síntomas físicos muy frecuentes son los temblores, los dolores de cabeza o de estómago y los vómitos. Por este motivo, se resisten a separarse, necesitan dormir siempre con sus padres o a menudo tienen pesadillas en las que se separan de ellos o a estos les pasa algo malo.

Este trastorno es más habitual en las niñas y se desarrolla hacia los nueve años, aunque no es raro en la adolescencia. Si el inicio es tardío, los síntomas son en general más graves.

Muchos niños esgrimen miedos fantasiosos para verbalizar su ansiedad: dicen tener miedo de que rapten a sus padres o de que un monstruo les coma. Los cuidadores creen, entonces, que no son más que imaginaciones del niño. Sin embargo, en realidad es una manifestación de la ansiedad por separación. Estos síntomas se detectan antes de los 18 años y duran como mínimo un mes para realizar el diagnóstico. Si duran menos, se deberán a alguna circunstancia estresante que viva el niño, como el cambio de colegio, problemas escolares o crisis de pareja de los padres, entre otras.

Causa de absentismo escolar

Este trastorno provoca graves problemas en distintos ámbitos de la vida del pequeño, como en el colegio o en sus relaciones con otros niños o adultos. La ansiedad por separación es una de las principales causas de absentismo escolar. Es un trastorno que no se diagnostica con tanta facilidad como otros, porque muchos padres o profesores consideran que el niño intenta librarse de algún tipo de responsabilidad, como el hecho de acudir a clase. No es infrecuente, por otro lado, que este trastorno se confunda con la fobia escolar, muy habitual entre los cinco y los doce años.

Sobreprotección o ansiedad

Las causas de este trastorno pueden ser muy diversas. Al contrario que en otros problemas psicológicos infantiles, la familia del niño disfruta de buenas relaciones afectivas. En todo caso, los padres tienen una actitud sobreprotectora con sus hijos y, de forma constante, advierten al niño de los peligros de caerse, de hacerse daño, de correr, etc. También es frecuente que, al menos uno de los cuidadores, haya establecido un vínculo algo ansioso o inseguro con el niño.

Muchos padres que crean este tipo de vínculo han sufrido en su infancia un trastorno de ansiedad por separación. Por otro lado, se desarrolla en niños que han vivido algún tipo de trauma cuando estaban separados de sus cuidadores.

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