En Capital, una de cada 4 mujeres tiene un solo chico. Hace 70 años, el 15% de las madres tenía un solo hijo. Ahora son el 25%. En la percepción popular, estos chicos suelen ser malcriados y egoístas. Varios estudios indican que ese estereotipo es falso.Avanza el reinado del hijo único. En Capital, la cantidad de mujeres que sólo tienen un hijo ya alcanzó el 25%. Hace setenta años, la proporción de mujeres que al finalizar su vida reproductiva habían tenido un hijo solamente no superaba el 15%. Un indicio de un cambio social significativo que también se da en otras grandes ciudades de la Argentina, en Chile, y más aún en los países desarrollados.
En ciudades como Nueva York, el 40% de los residentes en pareja sólo tiene un hijo. En España, también el 40% de las parejas tiene uno. En Alemania, y en Austria, el Instituto de Demografía Max Planck pronosticó que la próxima generación será la primera en la historia de Europa donde lo común será tener un único hijo . En Chile, los hogares con un solo hijo aumentaron el 54,5% entre 1990 y 2006, según el Instituto Nacional de Estadísticas de ese país.
El aumento de los hijos únicos vino acompañado de la caída de varios mitos. En la percepción popular, los hijos únicos solían ser los chicos tiranos, caprichosos, egoístas y consentidos absolutamente por sus padres. Los que supuestamente no sabían ponerse en el lugar del otro cuando eran grandes. Pero hay muchos estudios científicos que han demostrado que los hijos únicos no son diferentes a los que tienen hermanos.
Su “unicidad” no significa que no sepan –indefectiblemente– compartir sus cosas cuando están con otros chicos o con los adultos.
El cambio en el achicamiento de muchas familias se debe a razones sociales y económicas diversas. Según la socióloga Victoria Mazzeo, jefa del departamento de análisis demográfico de la Dirección general de Estadística y Censos de la ciudad de Buenos Aires, hay que tener en cuenta que los matrimonios disminuyeron; se postergó la edad del primer matrimonio (especialmente entre las mujeres), crecen las rupturas conyugales, y persisten los niveles de fecundidad por debajo del umbral del reemplazo generacional (con dos hijos por mujer).
Como muestra de ese achicamiento general, Mazzeo también menciona otro dato: “Setenta años atrás, las mujeres que tenían más de 4 hijos durante su etapa reproductiva llegaban a ser el 48.5% entre las que dejaban descendientes. El año pasado, en cambio, sólo fueron el 13,2%”.
El aumento del hijo único también se debe a que “en las capas sociales medias subió el número de mujeres que sólo tienen un hijo por causas económicas y personales. Más mujeres trabajan. Aspiran a un desarrollo profesional y laboral exitoso, que podría quedar afectado según el número de hijos”, según Ana Rozenbaum, coordinadora del equipo interdisciplinario de prevención del Servicio de Pediatría del Hospital Rivadavia.
En tanto, Alicia Díaz Farina, directora de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires, agrega: “Muchas parejas planifican la decisión de tener un hijo y lo postergan por razones laborales. Al ser más grandes, encuentran más dificultades para concebir y recurren a las técnicas de fertilidad asistida. Se vuelve así más probable que sólo tengan un hijo”.
Por el peso del número, los hijos únicos son ahora menos estigmatizados que antes.
La percepción negativa del hijo único fue en algún momento apoyada en voces de la psicología .
En 1898, el psicólogo estadounidense Granville Stanley Hall consideró que era “una enfermedad” en sí misma. Pero desde hace treinta años, los estudios serios demuestran todo lo contrario.
“Cientos de estudios afirman ahora que los hijos únicos no son muy diferentes de los que tienen hermanos. Lo cierto es que el estilo de crianza de los padres, más que el número de hijos que tengan, es lo que determinará cómo será ese chico”, señaló la doctora en psicología de los Estados Unidos, Susan Newman, autora del libro “Criando un hijo único”. En su país, un bebé que nazca este año le costará a los padres 280.000 dólares hasta llegar a la escuela secundaria.
“El hijo único antes pasaba mucho tiempo sólo con su familia hasta llegar a la escuela. En cambio, ahora van tempranamente a las guarderías. Entonces, se encuentran con otros chicos y aprenden rápido a compartir” , señala la psicoanalista Díaz Farina.
“ Es un mito que los hijos únicos sean más caprichosos ”, resalta la pediatra Felisa Lambersky de Widder, coordinadora del departamento de niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina. “Se adaptan a compartir desde muy chicos: pueden pasar 8 horas diarias con sus pares en jardines, clubes, cumpleaños. Es decir, casi no son únicos.
"Todo depende de la crianza”.
Laura Gutman, terapeuta familiar y escritora, sostiene: “Ningún niño es egoísta. Sólo hay niños que no reciben la cuota de amparo, presencia, cuidado y comprensión que necesitan. Lo que les pasa a esos niños supuestamente terribles es que no tienen cerca adultos comprensivos ni capaces de mediar entre la realidad infantil y la del mundo de los mayores”.
Rosenbaum advierte que los padres a veces pueden sentir una culpa injustificada por no haberles dado un hermanito .
“En un buen entorno, los hijos únicos pueden ser muy creativos y solidarios, en la medida en que se les estimule la curiosidad y la socialización. Su personalidad dependerá mucho del ambiente familiar”, afirma. Pero recomienda centrarse en construirse un buen vínculo: “Se debe evitar la sobreprotección tanto como el adelantarse a los deseos y necesidades, para dar paso a la espontaneidad. Tampoco hay que sobrecargarlo con actividades, para llenar espacios vacíos, ni tratarlo como un niño especial”.
Desde | Clarin
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