lunes, 17 de octubre de 2011

Mentir para no ir a la escuela

Los niños plagados por malestares físicos los días de semana podrían tener un problema de 'evitación de la escuela'.
Con frecuencia, los síntomas no son alarmantes: dolor de cabeza, dolor de estómago, fatiga. Pero tienden a presentarse los días de semana, específicamente cuando el niño debería estar de camino a la escuela.

Los psicólogos lo llaman evitación de la escuela, y puede tomar distintas formas en muchos grupos de edad.

Es difícil sacar cifras concretas, pero la evitación de la escuela "sigue siendo un problema grave", aseguró Alan Hilfer, director de psicología del Centro Médico Maimonides en la ciudad de Nueva York. "Estamos más sintonizados con esto, más conscientes de los factores que posiblemente influyan sobre la asistencia a la escuela".

Los profesionales escolares también pueden ofrecer más respaldo hoy en día, aseguró.

Con frecuencia, los niños que evitan la escuela reaccionan a la presión, ya sea real o percibida.

"Hay muchísima presión... en lo académico, la apariencia, las actividades", comentó Mark Goldstein, psicólogo clínico infantil de Chicago. "Muchas veces, los niños simplemente están abrumados . . . Y si un niño es proclive a la ansiedad, sobre todo si hay una predisposición genética, hay mayores probabilidades de que se precipite la ansiedad".

La evitación de la escuela se presenta en un continuo, apuntó Goldstein.

En un extremo está el niño pequeño que experimenta una ansiedad de separación dolorosa pero predecible cuando va a la escuela por primera vez.

En el otro extremo, señaló Goldstein, "está la verdadera fobia social, que es un trastorno mucho más grave. Algunos niños se rehúsan a ir a la escuela".

Y entre estos dos extremos hay de todo, "desde un niño a quien acosan o molestan en la escuela, [o] niños ansiosos sobre un evento particular en la escuela, como tener que vestirse para la educación física", señaló Goldstein. "A veces, simplemente se trata de no estar preparado para un examen o una prueba, y consciente o inconscientemente de repente no desean ir a la escuela".

Varios estudios han detectado un aumento en la evitación de la escuela en la intermedia y la secundaria, según la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry), pero Hilfer dijo que una mayor concienciación quizás sesgue las cifras.

Los padres que intentan diferenciar entre dolencias físicas legítimas y los síntomas de la evitación de la escuela deben comenzar por el médico del niño, aconsejan los expertos. "Si no hay factores físicos, y el pediatra ha descartado cualquier cosa digna de mención, y los 'dolores de cabeza' persisten, se puede suponer algún problema psicogénico", apuntó Hilfer. "Eso no quiere decir que el niño no tenga un dolor de cabeza, simplemente que hay que abordar las causas".

Los tratamientos dependen tanto de los motivos de la evitación como de la edad del niño.

Tener problemas con el trabajo académico podría indicar una discapacidad del aprendizaje, que debe ser diagnosticada y abordada antes de que el niño pueda sentirse cómodo en la escuela.

"Es muy importante saber por qué piensan que la escuela es un lugar tan horrible, por qué se sienten como fracasos en la escuela", planteó Hilfer.

Para los niños muy pequeños que tienen miedo de estar lejos de casa y de mamá, simplemente hablarles y exponerles gradualmente a la nueva situación, por ejemplo vestirse y conducir hasta el edificio sin entrar, podría calmar la ansiedad, aseguró Melissa Robinson-Brown, profesora asistente de pediatría y psiquiatría del Centro de Salud del Adolescente Mount Sinai en la ciudad de Nueva York.

A veces, las intervenciones conductuales dirigidas a reducir la ansiedad pueden ayudar a niños pequeños y mayores. Esto podría incluir meditación para calmar al niño, relajación muscular, hipnoterapia, autohipnosis o terapia cognitivo conductual (TCC), señaló Goldstein. En la TCC, el terapeuta ayuda al paciente a cambiar los patrones negativos de pensamiento.

En los casos más extremos, por ejemplo cuando un niño es acosado por una pandilla o debido a la orientación sexual, quizás sea necesario que la escuela intervenga. A veces, los niños tienen que ser transferidos a otra escuela, apuntó Hilfer.

Los niños que tienen una clara fobia social pueden "sentir un pánico genuino, literalmente ser incapaces de ir a la escuela", advirtió Hilfer.

Una vez más, las intervenciones conductuales podrían resultar beneficiosas para el niño. Algunas escuelas también modifican los horarios, a veces permitiendo a los estudiantes trabajar desde casa, apuntó Hilfer.

Si la depresión es la raíz de la ansiedad, quizás los padres deban considerar los fármacos, aunque por lo general esto es menos común, dijo Goldstein.

Y a veces los padres necesitan más psicoterapia que los niños.

"A veces trabajo con padres para que reduzcan las expectativas y dejen de presionar tanto a los niños", señaló Goldstein.

Desde | Univision

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