miércoles, 10 de mayo de 2006

Como poner limites

Tocan todo, se enojan y empiezan los berrinches. El típico niño que va camino a los dos años es así, por eso esta etapa es importante para mostrarle confianza pero marcando a la vez los límites de lo que no está ni estará permitido.


De Estados Unidos viene el famoso nombre de los "terrible two" para esta etapa, los "terribles dos (años)". Es que la mayoría de los papás estaría de acuerdo en describir el inicio de esta etapa de independencia como la edad de los berrinches. El chico quiere hacer casi todo por sí mismo, y la mamá se impacienta. O se atemoriza, porque ese "querer hacer" implica un riesgo, como el vivido por Tomás, quien peleaba por ser él quien cerrara la puerta del auto. ¿Dónde está el límite?

Marina se había entusiasmado al ver los primeros intentos felices que había hecho su bebé, Bautista, para levantarse solito y caminar: "Me sentí orgullosa de verlo pasar de arrastrarse a gatear y ahora caminar", recuerda. "Pero pronto choqué con la realidad de que ese pasaje me iba a demandar todo tipo de cuidados". Es que con la caminata los bebés experimentan los primeros signos de independencia importante en sus vidas. Ahora pueden llegar al enchufe, quieren explorar los aparatos electrónicos, tiran del cable o del mantel de la mesa, desenrollan felices el papel higiénico... Por primera vez, el orgullo por las pequeñas proezas del niño se transforma en urgente necesidad de poner disciplina en algunos campos. Porque, junto con esa sensación de libertad, el niño no quiere que se lo contradiga y no está muy dispuesto a aceptar los límites.

¿Por qué poner disciplina en la crianza del bebé?

Ante todo, la disciplina ayudará al niño a distinguir que hay cosas que están bien y otras que están mal. Y que no da lo mismo. "Aun cuando falta mucho tiempo para que lo comprenda completamente, es ahora (alrededor del décimo mes) cuando se le debe empezar a enseñar con el ejemplo y la guía", opinan las autoras de "Todo sobre el primer año de tu vida", Eisenberg, Hathaway y Murkoff .

También, disciplinar es importante para sembrar en el niño las semillas del autocontrol.
Poner límites es enseñarle al niño a respetar a los demás, de modo que pueda superar con éxito el paso del egocentrismo propio del bebé a ser un niño y un adulto comprensivo y tolerante.
Por último, poner límites es útil para proteger al propio niño- ya que la falta de dichos límites puede ser fuente de inseguridad y ansiedad.

¿Cómo poner límites?

Poner límites o disciplinar no debe estar asociado a "reglas" o castigos. La palabra "disciplina", en realidad, está derivada de un término latino que significa "educación". Por eso, las conductas que cada familia tome para marcar los límites deben estar guiadas por el deseo de hacer un bien futuro para sus hijos. Es importante que el bebé sienta en cada "no" que sigue siendo amado por sus padres, aun cuando su conducta sea censurable en ese momento.
Una forma de distinguir estas dos cosas es evitar frases que, en lugar de marcar la negatividad del acto, rotulan al chico: no decirle "fuiste malo" sino "hiciste esto mal", por ejemplo.

"La disciplina eficaz tiene que ser individualizada", afirman Eisenberg, Murkoff y Hathaway. Si hay más de un niño (o más hijos), hay que respetar sus personalidades buscando el mejor modo de llegar a unos y otros con las observaciones sobre su conducta. El bebé que se asusta cuando se le eleva la voz, no necesitará más que firmeza para marcar el límite. Aquel que es desenfadado e indiferente, precisa signos más evidentes.

Hay que tener en cuenta las circunstancias. Un chico que habitualmente necesita advertencias enérgicas, puede sentirse abatido si está cansado o molesto por alguna razón (el corte de dientes o la reacción de una vacuna, por ejemplo).
La constancia es importante. Si hoy está prohibido subirse a un mueble, pero mañana se le permite; si lavar las manos era obligatorio un día pero otro no, el bebé aprende que no hay orden en el mundo que lo rodea. Si los papás no son coherentes cada día, el bebé no creerá en las nuevas órdenes que se le den. Tener en cuenta que la memoria de los niños es muy limitada. Es preciso repetirles las órdenes para que los "sí" y los "no" queden fijados. Y no sobrecargarlos de negativas, para no frustrar su independencia.
Corregir y recompensar es mejor que castigar. Un niño pequeño no podrá asociar fácilmente un castigo con el hecho que generó el mismo.

Necesidad de límites

Los niños de todas las edades necesitan control y orden. Como no pueden gobernarse a sí mismos todavía, verse sin control los asusta. Los límites que los padres fijan son para ellos puntos de referencia y de apoyo seguro, que le darán confianza mientras exploran y crecen. Por eso, las autoras del libro "Todo sobre el primer año de tu hijo", sostienen con firmeza: "Extender demasiado esos límites, con el pretexto de que "apenas es un bebé", no es justo ni para el niño ni para aquellos cuyos derechos se vulneran. Una tierna edad -al menos a partir de los diez meses- no ha de significar disponer de carta blanca para que tire del pelo al hermanito o rompa la revista que mamá todavía no ha leído".

Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.

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