Un nuevo estudio sugirió que la relación entre el consumo de bebidas alcohólicas cerca del momento de la concepción y el riesgo de que el bebé desarrolle labio leporino o paladar hendido dependería del tipo de alcohol que bebió la madre y si la mujer toma o no ácido fólico.
Pero los investigadores advirtieron que estos resultados son "preliminares y sólo prueban asociaciones relativas", por lo que deberían confirmarse con más estudios.
Análisis relacionaron algunos genes con la aparición de las fisuras faciales, pero la mayoría de los casos no tienen origen genético, afirmó el equipo dirigido por el doctor Paul A. Romitti, de la University of Iowa, en la primera edición de octubre de American Journal of Epidemiology.
Trabajos sobre la influencia de factores ambientales obtuvieron distintos resultados.
Para comprender mejor el vínculo entre el alcohol y el paladar hendido, el equipo estudió a mujeres que participaban en el Estudio Nacional de Prevención de los Defectos de Nacimiento.
Del total de participantes, 1.749 tenían bebés con labio leporino, paladar hendido o ambos. El equipo utilizó como grupo de control a otras 4.094 madres de bebés que habían nacido sin la malformación.
El equipo se concentró en el mes previo a la concepción y en el primer trimestre del embarazo, conocido como período periconcepcional.
El consumo compulsivo de alcohol (4 ó 5 copas seguidas) aumentó el riesgo de fisuras faciales, aunque esta relación no fue estadísticamente significativa.
El equipo halló también que el tipo de alcohol modificaba ese riesgo: las bebidas destiladas eran las que más aumentaban la posibilidad de desarrollar esa malformación, seguidas del vino y la cerveza.
La relación entre la bebida y el labio leporino o el paladar hendido fue más alta entre las mujeres que no tomaban ácido fólico.
El alcohol inhibe el efecto del ácido fólico, explicaron los autores, y estos compuestos "antagonistas del ácido fólico" aumentan el riesgo de fisuras faciales.
"Estos resultados son preliminares y necesitan que estudios más grandes los confirmen", escribió el equipo.
"Los próximos estudios deberían evaluar también la predisposición genética a las diferencias en el desarrollo facial, el metabolismo del alcohol o el del folato, lo que modificaría el riesgo de fisuras por consumo de alcohol", concluyeron los autores.
FUENTE: American Journal of Epidemiology, 1 de octubre del 2007
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