jueves, 15 de noviembre de 2007

El 90 por ciento del insomnio infantil se debe a hábitos incorrectos en los primeros meses de vida, según AEP

Cerca del 90 por ciento de los casos de insomnio infantil a partir de los 6 meses de vida tienen su origen en hábitos incorrectos, en la ausencia de límites educativos o en alteraciones del apego, informó hoy la Asociación Española de Pediatría (AEP).


El doctor Gonzalo Pin, director de la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia y miembro de la Asociación Española de Pediatría, explicó que los trastornos del sueño durante la infancia y la adolescencia 'resultan muy frecuentes'.

Los expertos estiman que 'entre un 25 y un 30 por ciento de los niños padece alguna forma de trastorno del sueño', afirmó el doctor Antonio Muñoz Hoyos, pediatra del Hospital Clínico Universitario de Granada. Así, 'entre el 13 y el 27 por ciento de los padres con niños entre 4 y 12 años de edad aseguran que sus hijos tienen dificultades con el sueño', señaló el experto.

Además, es importante abordar estos problemas con tiempo ya que la mayoría de los casos suele estabilizarse, de manera que es incorrecta la idea de que los problemas con el sueño de los niños se solucionan solos. 'Un niño con dificultades en el sueño a los 8 meses probablemente continuará mostrándolas a los 3 años de edad y aquellos con problemas a los 2 años los seguirán teniendo a los 12 años', explica el doctor Pin.

Según una encuesta de la Unidad Valenciana del Sueño en niños de esta comunidad, 'menos del 50 por ciento de los niños de entre 6 y 12 años de edad se dormían de manera autónoma, un 27 por ciento tienen problemas a la hora de irse a la cama, un 11,3 por ciento tardan demasiado tiempo en dormirse, un 6,5 por ciento presenta despertares nocturnos, un 17 por ciento se despierta con dificultad por la mañana y otro 17 por ciento sufre fatiga relacionada con alteraciones del sueño', afirmó el doctor Pin.




Los resultados de este estudio reflejan la situación que se produce en la población infantil de toda España. En general, las actividades sociales y el uso de tecnologías a últimas horas del día por los más pequeños 'está favoreciendo la aparición de este tipo de trastornos', concluyó.

Por otra parte, de una muestra de adolescentes españoles se dedujo que el 38,5 por ciento cuenta con una mala calidad del sueño y un 23,1 por ciento afirmaba tardar más de 30 minutos en conciliar el sueño. En este sentido, un trabajo realizado con 755 adolescentes valencianos de 13 y 14 años, el 52,8 por ciento afirma asistir a clase después de haber dormido menos de 8 horas, cuando la media aceptable a esas edades es de 9 horas.

UN MAL SUEÑO.

Dormir bien la cantidad de horas necesarias es imprescindible para el buen desarrollo del individuo. Así por ejemplo, estudios sobre el tema han demostrado que los adolescentes con un sueño menos inquieto y menos ronquidos, tienen un mejor rendimiento escolar. Pero las consecuencias pueden ser aún mayores. Según el doctor Gonzalo Pin, 'el déficit de sueño o la mala calidad del mismo ocasiona en primer lugar cambios conductuales en los niños'.

Recientemente, estudios han demostrado que la cantidad y calidad del sueño durante los primeros 4 años de la vida tienen influencia en la velocidad de adquisición del lenguaje y en el rendimiento escolar a los 6 años de vida. Por su parte, los adolescentes muestran ya síntomas parecidos al adulto con somnolencia diurna y dificultades para concentrarse y memorizar. En fases más tardías también se encuentra afectado el sistema inmunitario con una menor eficiencia en la respuesta inmunológica.

TRATAMIENTO EN NIÑOS.

El abordaje de los problemas del sueño debe ser multidisciplinar con la participación del pediatra. El insomnio requiere generalmente un abordaje cognitivo conductual y la terapia con fármacos en estos casos se utiliza en contadas ocasiones y siempre como un coadyuvante y bajo estricto control pediátrico. 'Deberíamos huir de las medicaciones vendidas sin receta y por tanto no controladas por el pediatra del niño o el experto en sueño', destaca el experto.

El papel de los padres es también fundamental, según la APE, en el manejo de estas situaciones. 'Debe establecer unas pautas cariñosas pero claras desde el inicio', explica el doctor Pin. Y añade, 'esto no significa, en ningún caso, ser estrictos y duros al extremo si no ejercer el papel educador como padres. En definitiva, se trata de establecer un hábito saludable de sueño, un hábito saludable educativo. El niño, como el adulto, vive según duerme y duerme según vive'.

Además, la APE destaca la existencia de una serie de medidas que los padres pueden utilizar para paliar los trastornos relacionados con malos hábitos de sueño. Según el doctor Muñoz Hoyos, 'el dormitorio debe ser un lugar tranquilo y en oscuridad, con una temperatura adecuada, ya que el calor puede dificultar que el niño concilie el sueño.

Además, el niño 'debe tener un momento de intervalo para despertarse y contar con un momento de irse a la cama que debe ser respetado. Por otra parte, conviene evitar la actividad física antes de irse a la cama y en su lugar, el baño puede ser actividad estimulante. En cuanto a la cena, hay que evitar alimentos estimulantes como la cafeína o el chocolate', subrayó.

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