Cada día se diagnostican en los niños más enfermedades relacionadas con factores medioambientales. El asma, los trastornos neurológicos, las malformaciones, las intoxicaciones y el cáncer son sólo algunas de las patologías que la Unión Europea considera atribuibles a factores de riesgo ambiental.
En el caso del cáncer pediátrico, si durante los últimos 30 años se han producido notorios avances relacionados con la supervivencia del niño -pasando del 15% hasta cerca del 80%- apenas se ha progresado en los aspectos preventivos. De hecho, hoy en día se estima que entre el 85% y el 96% de estos cánceres están probablemente relacionados con factores de riesgo medioambiental, siendo la mayoría de ellos desconocidos.
Las circunstancias especiales en las que se encuentra la población infantil contribuyen a que más del 40% de estas enfermedades recaigan sobre menores de 5 años, cuando esta población sólo representa el 10% de la población general. Uno de los principales factores que multiplican la vulnerabilidad de los niños a la hora de adquirir este tipo de patologías es que, proporcionalmente, comen más alimentos, beben más líquidos y respiran más aire contaminado que los adultos por kilogramo de peso.
Haciéndose eco de este manifiesto problema de salud pública, la Unión Europea, a partir de la estrategia sobre Medio Ambiente y Salud (SCALE), recientemente publicada, señala a la infancia como especial foco de atención y establece plazos concretos para la creación de grupos de expertos y técnicos multidisciplinares que planifiquen y profundicen en aspectos de la salud ambiental infantil y juvenil. Así mismo, en el Plan de Acción Comunitario sobre Medio Ambiente y Salud el Consejo Europeo reconoce la necesidad de crear e implementar las Unidades Clínicas de Salud Medioambiental Pediátrica.
Criterios de sostenibilidad en los hospitales
Paradójicamente, el imperante uso de tecnologías ha hecho que los hospitales aumenten sus niveles de contaminación. Las ondas electromagnéticas que emite cierto equipamiento tecnológico y alguno de los materiales que con frecuencia se utilizan para realizar determinadas pruebas diagnósticas, -plomo o mercurio, entre otros-, puede llegar a ser perjudicial para la salud en algún momento.
Por este motivo, los criterios de sostenibilidad en los sistemas sanitarios será uno de los temas principales que se abordarán en el VIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica (SEEIC), que se celebrará el próximo mes de junio en Zaragoza.
Pedro Muñoz Serrano, Jefe de Sección de Electromedicina del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, y presidente del Comité Organizador del Congreso, comenta que “los equipos de electromedicina también deben entrar en la dinámica del desarrollo sostenible”. En este sentido, “las principales aportaciones de los profesionales electromédicos y de ingeniería clínica pasan por fabricar equipos que respeten el medioambiente y por investigar sobre materias que podrían sustituirse en los hospitales por resultar contaminantes”.
La Unión Europea prohíbe la comercialización de los termómetros de mercurio
De acuerdo con los datos de las Agencias Internacionales de Protección Ambiental, actualmente existen más de 100.000 sustancias químicas contaminantes y menos del 10% de ellas han sido valoradas en sus efectos adversos sobre la salud infantil y juvenil.
En este sentido, uno de los últimos estudios llevados a cabo conjuntamente por las Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica de Murcia y Valencia, y que se presentará durante el VIII Congreso de la SEEIC, concluye con la necesidad de establecer un Plan para la total eliminación del mercurio de la actividad sanitaria, por resultar “un tóxico muy potente para el cerebro en desarrollo”.
“A pesar del potencial perjuicio para la salud, los hospitales constituyen la cuarta fuente emisora de mercurio al medioambiente”, comenta el Dr. Juan Antonio Ortega, responsable de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia y uno de los ponentes invitados a participar en el VIII Congreso Nacional de la SEEIC. “Las etapas fetal e infantil son especialmente vulnerables a los efectos nocivos de este metal, destacando la toxicidad neurológica y renal”, añade el experto.
Recientemente, la Unión Europea ha publicado la directiva 2007/51/CE, que entrará en vigor el 3 de abril de 2009, en la que se establece el fin de la comercialización de los termómetros clínicos de mercurio en Europa.
Necesaria implementación de Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica
España es un país pionero en la implantación de Unidades de Salud Medioambiental Pediátricas. Actualmente, dos comunidades autónomas, Murcia y Valencia, ya cuentan con este tipo de unidades clínicas dentro de dos de sus hospitales públicos.
“Las Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica constituyen una de las respuestas del mundo sanitario a la creciente conciencia social acerca del binomio salud-medioambiente”, puntualiza el Dr. Ortega.
Las unidades de pediatría ambiental (UPA) son centros situados en departamentos u hospitales pediátricos especializados en el manejo de los riesgos ambientales relacionados con la infancia. Se trata de unidades clínicas constituidas por equipos multidisciplinares donde pediatras con experiencia en salud medioambiental trabajan con otros profesionales sanitarios y no sanitarios para abordar dichas patologías.
Los diagnósticos planteados por los expertos que integran las UPA pasarán a formar parte del historial clínico del paciente como un historial clínico ambiental.
Desde | www.pmfarma.com
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