Aunque son muchas las mujeres que desean que se les practique una cesárea por miedo al dolor o a las posibles complicaciones del parto, ésta es una intervención quirúrgica y, como tal, tiene sus riesgos, por lo que los expertos recomiendan que, siempre que sea posible, el parto se realice por vía vaginal, que es lo natural. Algunas veces se puede prever la necesidad de realizar esta intervención ya desde el embarazo (cesáreas programadas), y en este caso la decisión se toma, generalmente, entre dos semanas y diez días antes de la fecha prevista de parto.
Esta intervención se practica en casos concretos, como cuando la pelvis de la madre es demasiado estrecha para que el feto pueda salir (tras realizar una radiopelvimetria, que mide con precisión la talla de la pelvis); también si el niño es demasiado grande, o se presenta de nalgas; en caso de embarazo múltiple (trillizos o mas) y en ciertos prematuros, así como cuando se detecta un sufrimiento fetal antes de la fecha prevista del parto, o el factor RH de la madre y del niño son incompatibles.
Asimismo, Jordi Bellart señala que se procede de manera regular a realizar esta intervención si existen problemas o enfermedades de la madre que contraindiquen un parto vaginal, como la existencia de placenta previa, que puede recubrir el cuello del útero y ser un obstácul* para el paso del niño, La intervención quirúrgica tampoco es duda cuando la madre padece herpes vaginal, que puede contaminar gravemente al bebé al salir, si sufre hipertensión (puede haber riesgo vital para madre e hijo), si es diabética o en caso de útero cicraticial, que puede conllevar un riesgo de hemorragia para la madre. También, a las mujeres a las que se han practicado dos o más cesáreas anteriores o que tienen un antecedente previo de intervención quirúrgica sobre el músculo uterino (como miomectomía o reconstrucción uterina).
Del mismo modo, el experto puede decidir hacer una cesárea en el momento del parto cuando considera que el feto o la madre están sufriendo durante demasiado tiempo. También puede decidirse practicar una cesárea intraparto si existe una dilatación insuficiente del cuello del útero, si el bebé se presenta en una mala postura o si es demasiado grande y no consigue bajar.
No suele haber contraindicaciones para realizar una cesárea, pues la mayoría de las patologías maternas la permiten aunque, a veces pueden ser de elevado riesgo. Las complicaciones más importantes que puede tener esta intervención pueden afectar tanto a la madre como al niño. La madre puede sufrir hemorragias que requieran incluso transfusión de sangre, o lesiones de la vejiga urinaria, de asas de intestino o de los uréteres. Tras la cirugía, pueden aparecer vómitos, anemia, peritonitis, infecciones urinarias, tromboflebitis, tromboembolia o fístula vesicouterina. Entre las complicaciones fetales nos encontramos con la depresión y el síndrome de sufrimiento respiratorio del recién nacido, aunque aparecen con una frecuencia muy baja.
Fuente: consumer.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario