Tener una familia con un empleo, al mismo tiempo, sigue siendo difícil. En la actualidad, 9 de cada 10 mujeres embarazadas sufren acoso laboral. Así lo afirma un reciente estudio publicado por la Fundación Madrina, una organización humanitaria que ayuda a jóvenes madres víctimas de la exclusión y la violencia de género.
Ser joven y quedarse embarazada supone un 25 % de posibilidades de ser despedida. Por desgracia el perfil de mujer que sufre este tipo de acoso se sitúa en una edad muy temprana, entre los 18 y 25 años.
Según la directora del Centro Internacional de Familia y Trabajo del IESE Business School, Nuria Chinchilla “los empresarios prefieren pagar la multa que supone despedir a una mujer embarazada antes que mantenerla en su puesto. En la mayoría de los casos, los directivos ejercen una fuerte presión sobre la empleada para que abandone su puesto de forma voluntaria o acepte una indemnización”.
El problema no sólo se desarrolla durante el proceso de gestación, sino durante la posterior reincorporación de la empleada a su puesto habitual de trabajo, tras haber sido despedida y con una sentencia favorable bajo el brazo.
Normalmente, es el jefe quien intenta forzar la dimisión de la empleada mediante el acoso psicológico, también conocido como 'mobbing'. Las consecuencias psicológicas para la afectada pueden derivar en graves cuadros de ansiedad y depresión.
No a la discriminación “in vitro”
No sólo las mujeres embarazadas tienen derecho a proteger su condición. Recientemente, el Tribunal de Justicia de la UE ha fallado a favor de una mujer austriaca que fue despedida tras comunicar a su empresa que se iba a someter a una fecundación "in vitro”. Pese a no estar embarazada de facto, la sentencia sirve de precedente legal.
Recomendaciones y medidas para las futuras madres
• Es recomendable que las trabajadoras notifiquen por escrito a la empresa su embarazo, en lugar de intentar ocultarlo durante el máximo tiempo posible, ya que esta comunicación sirve como "prueba" en caso de despido improcedente.
• Denunciar cualquier actitud discriminatoria o vejatoria.
• Si se producen indicios de enfermedades psicológicas tales como depresión o ansiedad es recomendable negociar con el empresario el despido, para evitar el detrimento de la propia salud.
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