A partir de los cinco años, a algunos niños les cuesta aprender, memorizar o relacionarse con los demás, es decir, tienen dificultades cognitivas aunque no se deba a ninguna patología. Afecta a un 10% de la población, y en el 80% de los casos su origen se encuentra en pequeños daños neurológicos que se producen durante el periodo prenatal, cuando el bebé todavía está en el vientre de la madre.
Un grupo de investigadores del Hospital Clínic de Barcelona está desarrollando técnicas de imagen para visualizar el cerebro del feto tan innovadoras que la fundación británica Cerebra les acaba de conceder un fondo de 1,2 millones de euros para investigar durante seis años cómo detectar precozmente posibles daños neurológicos.
El origen del problema se encuentra en muchos casos en anomalías relacionadas con la placenta (insuficiencia placentaria), que hacen que el feto reciba menos nutrientes y oxígeno. "Si el cerebro detecta la restricción redistribuye su sangre, envía más a las áreas del cerebro relacionadas con los automatismos fisiológicos, como la respiración, y menos a otras áreas superiores relacionadas con tareas cognitivas y emociones", explica Eduard Gratacós, al frente del departamento de medicina fetal y perinatal del Clínic. La situación influye en la configuración del cerebro del bebé.
"No hay una verdadera lesión, pero sí una reprogramación que influye en las áreas relacionadas con las funciones cognitivas. Si se detecta entre los 6 meses de gestación y los 2 años, el cerebro del bebé es extraordinariamente plástico, se puede estimular y corregir". Ahora, "se detecta a partir de los 5 años, cuando el niño ya va al colegio", concluye Gratacós.
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