martes, 23 de septiembre de 2008

La depresión en niños

Aunque se ha llegado a decir que no había niño deprimido antes de la pubertad, hoy en día sabemos que los sentimientos de tristeza, preocupación y abatimiento en los niños son semejantes a los que se desencadenan en la edad adulta. Cuando un niño presenta sintomatología depresiva, no debemos pensar siempre que se trata de meras preocupaciones infantiles pasajeras. Debemos dar a estos comportamientos el trato que se merecen porque incluso, aunque en sus inicios la sintomatología no fuera directamente proporcional a un cuadro depresivo, podría llegar a serlo con un trato poco apropiado del problema o potencial problema. Valoremos pues a nuestros hijos como se merecen, pues a ellos les preocupan tanto sus problemas como a nosotros los nuestros.

En primer lugar y de un modo sencillo, se podría explicar la depresión como la tendencia constante hacia un estado de ánimo decaído, exagerando siempre los aspectos negativos de todo lo que sucede y envolviendo a la persona en una sensación de tristeza y desmotivación continuada.
En cuanto a las posibles causas; hay causas personales (niños que tienen una personalidad con tendencia pesimista), y otras pueden depender de la edad del niño (lo cierto es que en función de la personalidad y circunstancias propias, las causas variarán):
- De 3 a 4 años: Ausencia de la persona que le cuidaba siempre o desatención de sus necesidades.
- De 5 a 10 años: Priman las causas familiares (situaciones inestables entre los padres, discusiones, divorcios, etc.) y sociales (cambios en las relaciones con los compañeros, situaciones conflictivas en la escuela...)

Aunque la depresión en la infancia no es igual que en la edad adulta (los niños no disponen de tanto lenguaje y no tienen por tanto los recursos necesarios para comunicar sus sentimientos), lo cierto es que hay aspectos bastante comunes a todas las edades. Una persona deprimida puede tener las siguientes

Características en su comportamiento:
- Alteraciones en el apetito (no comer casi o comer demasiado) y alteraciones en el sueño (sufrir insomnio o dormir demasiado).
- Nerviosismo.
- Desmotivación o falta de interés por todo.
- Sentimiento de culpa continua y baja autoestima.
- Bajo rendimiento escolar.
- Agresividad y conflictividad (utilizado generalmente para llamar la atención).
- Llorar y ser muy sensible ante todo.
- Menos comunicación con los compañeros de clase y padres.
- Quejarse de dolores de tripa, cabeza...


Si no se trata a tiempo la depresión casi siempre tiende a aumentar y perpetuarse. En el caso de la infancia, los niños que pasan por una depresión que no se acaba de superar tienden a ser más negativos y pesimistas en la edad adulta, de alguna manera se aprende a comportarse de esta forma, hay que enseñarles otros patrones.
Por ello, es necesario contar con la ayuda de un profesional que en un primer momento, ayudará al niño a cambiar de perspectiva.

Desde | http://www.centro-psicologia.com

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