miércoles, 26 de noviembre de 2008

Angiomas

¿Qué son los angiomas?

Los angiomas son alteraciones que aparecen en los vasos sanguíneos y se encuentran, sobre todo, en la piel. Bajo el término de angiomas se engloban, en realidad, dos tipos distintos de lesiones vasculares: los hemangiomas y las malformaciones vasculares.

1. Los hemangiomas son tumores BENIGNOS de origen vascular, es decir, son vasos sanguíneos (arterias, venas, capilares) que crecen más de lo normal, pero que ni invaden otros tejidos ni degeneran hacia tumores malignos. Por dentro son, por lo general, como ovillos de venas desordenadas.

2. Por el contrario, las malformaciones vasculares o angiomas planos son capilares sanguíneos dilatados y congestionados (no son tumores).

¿Qué síntomas presentan? En conjunto son muy frecuentes, pues los hemangiomas aparecen aproximadamente en 1 de cada 10 niños menores de un año y los angiomas planos afectan a 4 de cada 10 recién nacidos

¿Qué síntomas presentan?

Al tratarse de lesiones de origen vascular, con frecuencia se manifiestan como manchas rojas en la piel. Veamos los distintos tipos de angiomas que suelen aparecer en la infancia:

Angiomas planos. También se llaman manchas salmón, nevus telangiectásicos, nevus de Unna, picotazo de la cigüeña, beso del ángel, etc. Son manchas planas, lisas, de color rosa o rojo pálido y que aparecen, sobre todo, en la nuca, párpados y frente. El 99% de los localizados en la cara desaparecen en el primer año de vida. Los de la nuca persisten de por vida en el 5% de los casos, pero se notan poco por el cabello que los recubre.
Un tipo especial son las manchas en vino de Oporto o nevus flameus, que afectan a 3 de cada 1000 recién nacidos. Son manchas de color rojo oscuro o púrpura que aparecen en la cara o en las extremidades y su color se intensifica cuando el niño llora. A diferencia del resto de angiomas planos, la coloración va progresando con la edad y van tomando un color más azulado. En algunos casos pueden estar asociados a alteraciones cerebrales.

Hemangiomas.
Suelen desarrollarse en el periodo neonatal y pueden ser de tres tipos:
  • Angiomas tuberosos o superficiales o fresa. Inicialmente son como pequeñas manchas rojas que van aumentando de tamaño y tomando un aspecto abultado y de color rojo vivo.
  • Angiomas cavernosos o profundos. Suelen estar ya presentes en el momento del nacimiento. Son masas azuladas, calientes y redondeadas, más voluminosas que las anteriores y, al tocarlas, parece como estar tocando una bolsa de gusanos.
  • Angiomas mixtos. Son combinaciones de angiomas fresa y cavernosos.

En la evolución natural de los hemangiomas podemos distinguir tres fases:

  1. Fase inicial o proliferativa. Dura unos 5 a 7 meses y en ella se produce un crecimiento de la lesión.
  2. Fase estacionaria. Dura entre los 7 y los 14 meses de vida y en ella la lesión detiene su crecimiento.
  3. Fase involutiva. Suele comenzar a partir del primer año de vida y puede extenderse hasta los 6 ó 7 años. En ella la lesión tiende a desaparecer.

El 90% experimentan una resolución total o parcial, menos del 10% constituyen un problema estético y menos del 2% requieren tratamiento, aunque en este último caso el resultado final suele ser peor que en los casos no tratados.

¿Qué debemos hacer si nuestro hijo tiene un angioma?

Habitualmente el pediatra lo habrá detectado en las revisiones rutinarias del niño y les habrá informado de la benignidad de la mayoría de ellos. El crecimiento rápido del angioma no debe alarmar, pues forma parte de su evolución natural. En caso de que exista un angioma tipo mancha de vino de Oporto puede ser necesario hacer estudios por si aparecen complicaciones del sistema nervioso central o de tipo hematológico.

En cualquier caso, conviene recordar que, en la mayoría de los casos, el mejor tratamiento es no hacer nada, a pesar de haber oído opiniones divergentes sobre el tema, y que el resultado final es mejor en los no tratados que en los tratados. Sólo requieren tratamiento aquellos que por su tamaño o localización comprometen estructuras como ojos, nariz, conductos auditivos, faringe o laringe; los que tienen un ritmo de crecimiento alarmante; las grandes lesiones asociadas a trastornos de la coagulación; o las lesiones que están expuestas a traumatismos, infecciones o hemorragias.

Desde | Aepap

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