miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cómo explicar la muerte a los niños

Este es un tema que ningún padre quisiera tocar con sus hijos, sobre todo si estos son aún pequeños, muchas veces, por querer evitar el sufrimiento, se ensayan mentiras o verdades a medias, que a la larga son contraproducentes, ya que pueden generar confusiones e incluso traumas difíciles de superar. Es por esto muy importante el saber tratar estos temas porque los niños pueden entender la muerte.

Para comenzar, se debe decir la verdad, pues el niño siente lo que sucede a su alrededor, el dolor y tristeza que embarga a la familia, aunque no siempre lo entiende. Frases como que “el abuelito se ha ido de viaje” o que “el perrito se escapó” no son adecuadas porque puede suceder que cuando un pariente o amigo en realidad se vaya de viaje, el niño lo asocie con el dolor y la consternación que causó el fallecimiento de alguna persona y termine desarrollando temor a los viajes.

Al explicar el concepto de muerte, se debe utilizar un lenguaje claro y sencillo, sin entrar en demasiados detalles (como por ejemplo nombrar los síntomas o daños que produce determinada enfermedad), permitiendo e incentivando al niño que haga preguntas y tratar de responderlas de manera simple, evitando analogías que puedan confundirlo (por ejemplo, decir que un familiar o amigo “está durmiendo”, puede generar la impresión errada de que ellos mismos pueden morir si se van a dormir). Muchas veces los niños responden más a la tristeza que observan en los padres, que ante el fallecimiento en sí. Algunas veces también pueden llegar a desarrollar sentimientos de culpa ante lo acontecido, por lo que es importante dejar en claro que lo sucedido es sólo una parte del ciclo de la vida, y que no es culpa de ellos el suceso en sí o la tristeza que éste genera. Siempre es bueno reforzar el concepto de que los queremos sin importar las circunstancias.

Otro punto importante es el de dejar que el niño exprese libremente sus emociones una vez conocido el hecho. No es bueno imponerle que actúe de determinada forma (“tienes que llorar”), ni tampoco lo es reprimirle reacciones (“no llores tanto”). Hay que observar cuáles son sus reacciones y tratar de ayudarlo a entender un poco más lo sucedido. Los niños reaccionarán de diferentes maneras, dependiendo de su edad, de la cercanía con la persona fallecida, de las circunstancias de la muerte (en el caso de una enfermedad, se puede ir “preparando” al niño), etc.

Los niños de menos de 6 años usualmente tienen un concepto relativo de la muerte. Lo ven como algo temporal o reversible, por lo que es conveniente ser pacientes y ser reiterativos en explicar que una persona muerta no va a volver a la vida. Esto puede sonar bastante duro, pero debido a que en esta etapa de su crecimiento los niños toman muchas cosas literalmente, si les decimos que el difunto se ha ido de viaje, o que está durmiendo, puede ser que involuntariamente estemos alimentando temores y miedos infundados.

En los niños de 6 a 9 años, el concepto de muerte es más claro y definido. Están concientes de que es algo definitivo y manifiestan temores concretos, asociados fundamentalmente a que si esto puede pasarles a ellos, si ellos son en alguna medida responsables de lo sucedido y de cómo les afectará en el futuro la ausencia de un familiar cercano. Cualquiera sea el caso, la comunicación con el niño es vital, y debido a que ya tiene edad para entender mejor estas situaciones, podremos explicar mejor lo sucedido y reaccionar mejor ante sus respuestas y reacciones. Estas pueden ser diversas, pero deben servir como una válvula de escape, pues de quedar contenidas, pueden generar cuadros depresivos a futuro.

Para algunos especialistas, incluso es conveniente que el niño asista a los servicios funerarios (velorio y entierro), aunque previa explicación de lo que va a ver en dichos eventos. Esta presencia puede ser contraproducente si se espera que se presenten escenas desgarradoras (por ejemplo si se trata de una muerte totalmente inesperada, por un accidente, etc), por lo que en estos casos no se recomienda la presencia del niño, pues probablemente se confunda y/o asuste.

La muerte es un asunto difícil incluso para los adultos. Por ello algunos padres buscan evitar tocar siquiera el tema, con lo que pueden estar contribuyendo a generar dudas, temores y traumas en los pequeños. En caso los padres se sientan no capacitados para explicar estos conceptos, simpre se puede recurrir a profesionales o publicaciones que pueden ayudar, aunque siempre será más conveniente que sea un ser querido quien trate estos temas, pues reforzará los vínculos afectivos con el niño y le ayudará a sobrellevar este amargo trance.

Desde | Web del Bebe

1 comentario:

Sandra y Rodrigo dijo...

Tema realmente delicado. Tiene muchas variantes, pues la muerte puede haberle sucedido a un amiguito, o tal vez la vió en la tele o en una película, o vivió una experiencia muy cercana, un accidente.
En todos estos caso lo primero es conversar con ellos tranquilamente, sin transmitir miedos ni supersticiones. Así la muerte será asumida por ellos como algo natural.