sábado, 29 de noviembre de 2008

Los soplos cardíacos

A pesar de que muchos padres se temen lo peor cuando le diagnostican a su hijo un soplo cardíaco, es importante saber que este diagnóstico, en realidad, es sumamente habitual. De hecho, a muchos niños les detectan un soplo cardíaco en algún momento de su vida. La mayoría de los soplos no deben ser motivo de preocupación y no repercuten sobre la salud del niño.

Entonces, ¿qué es exactamente un soplo cardíaco? En sí mismo, la expresión soplo cardíaco no es un diagnóstico ni una enfermedad; pero, para entender lo que significa, es importante saber cómo funciona el corazón.

El corazón se divide en cuatro cavidades; dos en el lado izquierdo y dos en el derecho. La sangre procedente del cuerpo se bombea a los pulmones, donde se oxigena, y después se bombea a través de las arterias al resto del cuerpo. Una vez utilizado el oxígeno, la sangre vuelve al corazón a través de las venas y se bombea de nuevo a los pulmones para que se vuelva a oxigenar.

La palabra soplo describe un sonido sibilante que hace la sangre cuando fluye a través de cualquiera de las cavidades o válvulas del corazón o incluso a través de un orifico que hay en el interior del corazón.

¿Cómo se diagnostican los soplos cardíacos?

El soplo se oye cuando se ausculta al niño con un estetoscopio. Puesto que el corazón de un niño está muy cerca de la pared torácica, los ruidos sutiles se pueden oír más fácilmente. De todos modos, a veces puede ocurrir que el pediatra no pueda oír un soplo a menos que el niño se siente y se esté muy quieto. Aunque se pueden oír en bebés muy pequeños, los soplos se detectan más a menudo cuando los niños tienen entre 2 y 4 años. Algunos pediatras creen que esto se debe a que la mayoría de los niños han tenido tiempo para familiarizarse con su pediatra y tenerle confianza, por lo que se están más quietos y cooperan más durante la exploración.

Los soplos cardíacos se clasifican en una escala de 1 a 6. El 1er grado apenas se puede oír, mientras que el 6? se oye muy fuerte. El pediatra de su hijo también se fijará en qué parte del corazón está el soplo, qué tipo de ruido hace (por ejemplo, si se parece más a un roce o a un soplido), en qué momento del ciclo cardíaco se produce, y si se modifica cuando el niño cambia de posición. Cuando el pediatra de su hijo descubra el soplo, es posible que remita al niño a un cardiólogo pediátrico, si considera que es preciso completar la evaluación.

Debido a lo extendida que está la idea equivocada de que los soplos cardíacos son graves, es importante que los padres entiendan qué tipo de soplo tiene su hijo y si necesita que le hagan una evaluación más a fondo.

¿Qué es un soplo funcional?

El tipo más habitual de soplo cardíaco es el denominado funcional o inofensivo. Este diagnóstico implica que el soplo está producido por un corazón normal y completamente sano. Puede aparecer y desaparecer a lo largo de la infancia. Suele desaparecer por si solo conforme el niño va creciendo y no supone ningún riego para la salud.

Los niños que tienen soplos funcionales no requieren seguir una dieta especial, restringir sus actividades ni ningún otro tratamiento especial. A los niños que son lo bastante mayores como para entender que tienen un soplo se les debe asegurar que no son diferentes a los demás niños y que pueden llevar una vida completamente normal.

¿Y las cardiopatías congénitas?

Algunos soplos cardíacos pueden indicar que hay un problema en el corazón. Si el pediatra de su hijo sospecha que el niño puede tener algo más importante que un soplo funcional, lo remitirá a un cardiólogo pediátrico, que tal vez le mande o haga algunas pruebas complementarias como una radiografía de tórax, un ECG (electrocardiograma), o un ecocardiograma. El ecocardiograma, o "eco", permite obtener una imagen especial en movimiento de las cavidades cardíacas y de cómo fluye la sangre a través del corazón. Registra el tamaño y forma de las cavidades, válvulas y vasos sanguíneos del corazón. También muestra la dirección del flujo sanguíneo a través del corazón y ayuda a determinar con qué eficacia está bombeando este órgano.

Aproximadamente 1 de cada 100 bebés nace con un problema cardíaco estructural, denominado cardiopatía congénita. Estos bebés pueden presentar síntomas de cardiopatía tan pronto como durante los primeros días de vida, o puede parecer que están completamente sanos hasta mucho más adelante. Algunos niños no tendrán ningún síntoma aparte de un soplo cardíaco, pero otros presentarán síntomas que se podrían confundir con otras enfermedades o trastornos.

Entre los síntomas de una enfermedad cardíaca importante en un recién nacido, se incluyen:

  • Respiración rápida
  • Dificultad para alimentarse
  • Labios azulados o morados (lo que se denomina cianosis)
  • Retraso del crecimiento.

Los síntomas en un niño o adolescente pueden incluir:

  • Fatiga
  • Dificultad para hacer ejercicio o practicar actividades físicas
  • Dolor torácico.

Si percibe alguno de estos síntomas en su hijo, contacte con su pediatra.

Las cardiopatías congénitas están provocadas por factores genéticos (incluyendo las anomalías cromosómicas como el síndrome de Down o el síndrome de DiGeorge, una enfermedad congénita de origen genético muy poco frecuente) y por factores ambientales (como la exposición a sustancias químicas de uso industrial), pero muchos niños no tienen ningún factor de riesgo conocido. Algunos padres pueden tener más de un hijo con una cardiopatía, pero en la mayoría de los casos, las cardiopatías no se consideran hereditarias.

La salud de la madre durante el embarazo también desempeña un papel. Las mujeres que tienen más probabilidades de dar a luz a un hijo con cardiopatía son aquellas que durante el embarazo:

  • Contraen la rubéola
  • Tienen una diabetes no tratada o no controlada
  • Tienen fenilcetonuria (un trastorno metabólico de origen genético).

Algunos medicamentos también pueden aumentar las probabilidades de tener un hijo con una cardiopatía congénita. Beber alcohol durante el embarazo o el hecho de que la madre o el padre consuman drogas también son factores de riesgo.

Los bebés que presentan otros tipos de anomalías o que nacen prematuramente también pueden tener cardiopatías.

Cardiopatías más frecuentes

Los problemas cardíacos más frecuentes en la población infantil son las anomalías estructurales, que pueden provocar un soplo cardíaco e incluir la presencia de orificios en el interior del corazón (comunicación interauricular o comunicación interventricular), y las anomalías en las válvulas (estenosis valvular aórtica o pulmonar).

Las anomalías en el tabique cardíaco afectan a las paredes que dividen el corazón en 4 cavidades. Cuando hay un orificio en el tabique del corazón, la sangre puede fluir a través de él a las otras cavidades cardíacas. Esta sangre sobrante puede provocar un soplo. También puede hacer que el corazón tenga que trabajar demasiado y, consiguientemente, aumente de tamaño. Algunos orificios pueden ser lo bastante grandes como para producir otros síntomas aparte del soplo; otros son de menor tamaño y a veces se acaban cerrando por sí solos con el tiempo.

Las anomalías en las válvulas también son frecuentes. Entre las cavidades del corazón hay 4 válvulas (aberturas en un sólo sentido) que impiden que la sangre retroceda cuando es bombeada. Cuando una válvula se estrecha o se bloquea, no permite que la sangre fluya libremente; las válvulas que tienen una morfología anormal pueden no ser eficaces a la hora de impedir que la sangre fluya hacia atrás dentro del corazón. En cualquiera de estos casos, habrá un soplo.

Si su hijo presenta alguna de estas cardiopatías, es posible que sea lo bastante leve como para que no requerir ningún tratamiento. Un cardiólogo pediátrico le ayudará decidir si es preciso tratar la anomalía y, en tal caso, si es preciso operar o es mejor aplicar algún otro procedimiento.

Desde | Kids Health

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