Los estudios reflejan también que los neonatos de madres fumadoras presentan más movimientos durante el sueño, lo que lleva a uns ueño más fragmentado y perturbado, y corren más riesgo de sufrir déficit de atención durante la infancia.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron cuarenta bebés prematuros sanos a cuyas madres se preguntó la cantidad de cigarros habían fumado durante su embarazo, para determinar el nivel de exposicición del útero al tabaco. Posteriormente se hicieron tres grupos, separando los bebés cuyas madres aseguraron no haber fumado nada durante el embarazo, las que fumaron menos de 10 cigarrillos al día (fumadores bajos) y las que superaron esta cifra (fumadores pesados). Estos niños fueron grabados por las noches en salas aisladas, con el objetivo de medir el tiempo de sueño y la frecuencia de la vigilia. Los investigadores también prestaron un especial interés al número y a la duración de los movimientos corporales.
Los resultados señalaron que los bebés prematuros nacidos de madres que fumaban más de 10 cigarillos al día mostraban perturbaciones en la calidad y la continuidad del sueño. Y es que entre las siete de la tarde y las ocho de la mañana, estos bebés dormían casi dos horas menos que los nacidos de madres no fumadoras. Además, los neonatos nacidos de madres fumadoras presentaban más movimientos y, por lo tanto, un sueño más fragmentado y perturbado.
Los resultados indicaron que, incluso casi treinta días sin la exposición postnatal al tabaco o a la nicotina, los niños expuestos en el útero a altos niveles de tabaco, seguían mostrando una mayor alteración en la organización de los distintos estados de comportamiento.
FUNDAMENTAL PARA EL DESARROLLO DEL CEREBRO
Frederic Telliez, investigador principal del estudio y profesor de neurociencia en la Universidad de Picardie Julio Verne, en Amiens (Francia), explica que la integridad y la calidad del sueño es fundamental para el desarrollo del cerebro en los recién nacidos. Así, esta interrupción del sueño puede predisponer a los recién nacidos a alteraciones en algunas funciones fisiológicas (como la respiración) y puede dar lugar, a largo plazo, a trastornos neurocognitivos. Asimismo según los autores del estudio, los procesos anormales del sueño pueden alterar las respuestas cardiovasculares y respiratorias, poniendo en peligro la vida.
Pero la exposición prenatal a altos niveles de tabaco puede conllevar más problemas como un déficit de atención sostenida en la infancia o a una mayor impulsividad en la adolescencia, efectos que podrían ser causados por los cambios en el sueño. La exposición prenatal de fumar también podría estar muy relacionado con el Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SIDS).
Sin embargo, Telliez se mantiene optimista. "El desarrollo del cerebro es conocido por su capacidad de reorganizarse en respuesta a la estinulación proporcionada por el medio ambiente postnatal", asegura Telliez. "Por ello, es posible que estos recién nacidos, en caso de no estar expuestos al consumo de tabaco después del nacimiento, recuperen y desarrollen las estructuras normales del sueño", añade en declaraciones a la revista 'Sleep' recogidas por otr/press.
Tras el análisis de los tres grupos de prematuros, los investigadores también encontraron diferencias en cuanto al peso. Así, los neonatos nacidos de las madres más fumadoras tenían un peso un 21% inferior de aquellas madres que se mantuvieron alejadas del tabaco. El peso de los que nacieron de madres que fumaban menos de 10 cigarrillos era un 11% inferior.
Los autores sugieren que este examen de las trayectorias de desarrollo neurológico de los recién nacidos expuestos al tabaquismo materno podría dar lugar a una mayor comprensión de los posibles déficit de atención que sufren los más pequeños, una mejor predicción e intervenciones clínicas más precisas.Desde | Europa Press
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