Cuando las pausas de apnea son frecuentes o prolongadas, el oxígeno del aire no llega al pulmón, tampoco a la sangre, que circula transportando insuficiente cantidad de oxígeno para el normal funcionamiento de los tejidos del cuerpo, durante el tiempo del sueño, mientras persistan las apneas. El corazón trabaja mucho más y con frecuencia fracasa, el cerebro sufre y otros órganos padecen todas noches la falta de oxígeno. Esto se llama síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS).
Desgraciadamente sólo uno de cada 10 niños con SAOS es diagnosticado, los nueve restantes sufrirán retraso en el crecimiento. Estos niños comen poco y mal, realizarán un sueño no reparador, interrumpido en múltiples ocasiones. Durante el día estarán somnolientos, poco atentos, amodorrados, aprenderán menos, tendrán fracaso escolar y serán menos inteligentes. Algunas veces son inquietos, irritables e hiperactivos. Generalmente los niños con SAOS tienen entre dos y nueve años porque es la época de la vida en la que las amígdalas y las vegetaciones son más grandes y son delgados, sin embargo los adolescentes con SAOS son obesos como los adultos. La epidemia de obesidad infantil que sufre el mundo occidental está aumentando la frecuencia de SAOS en los niños.
Durante el sueño los niños con SAOS roncan y tienen múltiples momentos en los que dejan de respirar, pero cuando despiertan respiran normal. Al dormir todos los músculos se relajan, también la lengua y los que se encargan de mantener abierto el conducto por donde pasa el aire en la vía respiratoria alta. Esta relajación hace que el tomar el aire, durante la inspiración, se colapse este conducto impidiendo así su entrada. Esto sucede sólo durante el sueño, al despertar esta obstrucción desaparece. Por eso, cuando acuden a la consulta médica no suelen tener ningún síntoma y, probablemente, esta normalidad retrase el diagnóstico.
La causa más frecuente de SAOS en los niños es el aumento del tamaño de las amígdalas y de las vegetaciones. Su extirpación, con anestesia general, resuelve la casi totalidad de los casos. Antes es necesario realizar un diagnóstico seguro para lo que es imprescindible que los padres conozcan esta enfermedad. Los niños con mandíbula pequeña y los que tienen poco tono muscular, por ejemplo los que padecen síndrome de Down, tienen también mucho más riesgo de padecer SAOS. En estos el tratamiento puede ser diferente. El diagnóstico de SAOS es muy fácil y el tratamiento no puede demorarse porque el fracaso cardiaco e intelectual puede complicar la vida o el futuro de estos niños.
En definitiva, el ronquido puede ser normal, no patológico, pero es necesario que los padres y los médicos estén atentos por si lo fuera. En estos casos hay que actuar con prontitud.
Desde | El Mundo
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