La utilización de andaderas y carritos por los bebés que aún no caminan es una costumbre muy arraigada en nuestro medio debido a que los padres, erróneamente, piensan que mantienen a sus hijos felices mientras contribuyen a que aprendan a caminar.
En muchas ocasiones los carritos y andaderas se convierten en el único medio para obtener algún tiempo libre mientras el niño, en su natural deseo de aprender, se pasea por la casa. Pero al dejarlo desatendido pueden ocurrir accidentes.
La andadera se diseñó para ayudar a caminar a aquellas personas que nunca lo lograrían por sus propios medios. Posteriormente su utilidad se desvirtuó y se convirtió en un instrumento para ayudar a la madre en el cuidado de su niño lo que condujo a que su utilización se popularizara rápidamente.
Muchas madres acostumbran colocar a sus hijos en andaderas antes de la edad en que logran sentarse solos es decir, antes de que logren un buen equilibrio del tronco, lo que aumenta el riesgo de accidentes serios ya que sus reflejos de defensa laterales y anteriores no se han desarrollado aún en forma eficiente. Estos reflejos consisten en la colocación rápida de los brazos con los codos extendidos cuando el niño cae hacia los lados o hacia adelante, evitando así que se golpee la cabeza contra el suelo.
Cuando el niño logra un equilibrio completo del tronco, comienza a arrastrarse y después a gatear, actividades que le permitirán fortalecer sus reflejos de defensa y sus músculos para desarrollar un buen equilibrio al caminar. Pero cuando es colocado en andadera en esa etapa, el gateo no se desarrolla y la marcha será torpe.
Una vez que adopta la posición de pie con apoyo, la andadera producirá debilidad en los músculos de brazos, piernas y tronco, será incapaz de balancear sus brazos en forma alterna y requerirá de muy poco esfuerzo para mantener el equilibrio, debido a que la andadera soporta su peso. Por otra parte, puede adquirir posturas anormales de las piernas o las caderas y alteraciones en las curvaturas normales de la columna vertebral, que favorecerán caídas frecuentes y una deficiente coordinación motora que le impedirá ser hábil durante los juegos infantiles, al correr y en las actividades deportivas.
Los riesgos asociados a la utilización de las andaderas han sido extensamente estudiados, comprobándose que tres a cuatro de cada diez niños tendrán un accidente, siendo el de mayor riesgo la caída por las escaleras, con el resultante traumatismo cráneo-encefálico severo.
Por éstos motivos países desarrollados como Canadá, han prohibido la fabricación y venta de andaderas, desde hace más de cinco años.
CONSEJOS:
La andadera no se recomienda del todo, sin embargo, caso que la tentación de usarla sea irresistible, puede permitírsela solamente después que sepa pararse solo y sin apoyo, lo que ocurre usualmente después del décimo mes de edad.
No deje al niño solo ni desatendido mientras rueda en carritos o andaderas.
Bloquee su acceso a zonas donde pudiera tropezar. Prevenga accidentes.
Coloque a su hijo en espacios amplios y limpios, libres de objetos pequeños que puedan llevarse a la boca y donde no tenga el riesgo de caerse o lastimarse.
Cuando ya se siente solo, ofrézcale juguetes llamativos para que los alcance.
Cuando logre "gatear", déjelo sentado frente a un mueble y coloque algunos juguetes llamativos encima, invitándolo a que se levante del piso e intente mantenerse de pie para alcanzarlos.
Sostenga al niño mientras lo empuja suavemente, impulsándolo a dar un paso hacia adelante a la vez que le ofrece seguridad y confianza.
Estimule al niño a dar pasos por si mismo, ofreciéndole un juguete a cierta distancia, para que trate de alcanzarlo.
Gracias Colegio de Pediatras del Estado de Sonora-México
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