miércoles, 18 de febrero de 2009

Madre no hay más que una e incubadoras hay muchas

Tradicionalmente los padres de los bebés prematuros tenían que cuidar a sus pequeños desde el otro lado de la incubadora. Ahora, gracias al método de la madre canguro, el calor materno recupera el protagonismo y los padres participan en el desarrollo de sus hijos. Por encima de la ciencia, la piel de los padres cura más que la incubadora.


Madre no hay más que una e incubadoras hay muchas. Ésta parece la premisa que siguen algunos hospitales españoles, entre ellos el Miguel Servet de Zaragoza, en los que se está implantando una nueva técnica para atender a los bebés prematuros. Es el llamado “método de la madre canguro”, un cambio de actitudes a la hora de cuidar a estos pequeños con el que la familia, hasta ahora relegada al otro lado de la incubadora, recupera un papel protagonista en el desarrollo del neonato. Los papás acompañan el máximo tiempo posible a su pequeño, lo acarician, lo asean y si se puede lo alimentan, porque se ha demostrado que el calor materno cura más que el de las máquinas.

Este método forma parte de Proyecto Hera, una iniciativa que en España se desarrolla desde el año pasado y cuyo objetivo es mejorar el ambiente en el que se desarrolla el niño y facilitar al máximo el papel de la familia como cuidador principal de su hijo. Para ello, además de realizar cuidados sencillos como controlar el ruido y la luz al que se somete el bebé, establecer horas quietas para su descanso e implantar un protocolo de mínima manipulación por parte del personal sanitario, se intenta que la madre sostenga sobre su pecho al bebé el máximo tiempo posible para que el cuerpo humano actúe a modo de incubadora.

En Aragón, el Hospital Miguel Servet y el Hospital de Barbastro ya han ofrecen esta opción para atender a los neonatos prematuros, y según los responsables del centro zaragozano, está teniendo buena acogida y buenos resultados.

Y es que las ventajas de este método son muchas e innegables. Por un lado, la familia acompaña al bebé en sus primeros días de vida, mientras que antes debía contentarse con ver a su hijo desde el otro lado de la incubadora. Además, el bebé completa su desarrollo tanto físico como emocional a un ritmo mucho más rápido. “Favorece la lactancia materna y el descanso del niño, disminuye las amneas y las infecciones, favorece el desarrollo motor y acorta la estancia en el hospital porque la ganancia de peso es más óptima, regula mejor la temperatura y les disminuye el dolor. En todos los aspectos es muy positivo”, explica la coordinadora del proyecto en el Servet, Cristina Fernández.

La técnica se aplica en los niños prematuros que tienen un peso muy bajo al nacer y que necesitan estar bastante tiempo en la unidad de neonatos. “Generalmente no tiene complicaciones a partir de los 1.500 gramos y hasta el alta. Se puede iniciar en el hospital y continuar en casa. Finaliza en los 2.5 kilos o cuando el niño ya se muestra incómodo con tantos cuidados”, explica el responsable de la unidad de neonatología del hospital, Agustín Romo.

Además, esta técnica es totalmente compatible con el resto del tratamiento médico que requiere el recién nacido, pero en este caso no sólo se atienden las necesidades clínicas, sino también las afectivas. “Se ha visto que ahora es muy importante atender otro tipo de necesidades en estos niños. Cuando salen del vientre de su madre antes de tiempo, esa unión con ella, ese calor, se para de golpe y a la larga puede provocar problemas en el desarrollo emocional y neurosensorial si no se atienden bien estos aspectos”, explica la doctora Fernández.

Un cambio de actitud

Las técnicas contempladas en el Proyecto Hera son toda una novedad en España. Sin embargo, en los países nórdicos ya se aplica desde hace más de dos décadas. Incluso hay expertos como el doctor Jesús Martín-Calama que aseguran que el método de la madre canguro tiene su origen en los medios ideados en los países pobres para atender a los bebés después del parto. “Como consecuencia de buscar remedios para cuidar a los niños prematuros en Colombia, donde no tenían dinero para las incubadoras, se buscaron métodos alternativos y se creó el método canguro”, indica. “Aquí -continúa- el niño está enfajado al cuerpo de la madre todo el tiempo, como si de un canguro se tratara, y ésta actúa como una incubadora humana”.

Sea cuál sea su origen, de lo que no hay duda es de que implica un cambio de actitud en todos los sentidos, tanto para los médicos y el personal sanitario como para los padres. “Es un cambio radical en la forma de trabajo, puesto que se da entrada a los padres en las unidades y eso implica una forma diferente de actitud en el personal, que además debe estar informado y preparado para esa relación entre ellos y los padres. Tiene que haber unas normas de convivencia, y es un logro profesional y una satisfacción por estar trabajando con los padres”, subraya el doctor Romo

Piel con piel

Raquel Morón es una de las madres que han dado a luz en el Sevet y que han apostado por este protocolo. Su hija Claudia nació a principios de enero dos meses antes de lo previsto. Gracias al Proyecto Hera, madre e hija siguen unidas. “Es una experiencia muy gratificante como madre el poder estar el máximo posible con la niña, ya que suples un poco el vacío que te queda por no poder estar con ella desde el primer día. Aprovechas al máximo el poder cambiarla, el poder dormirla y el estar con ella piel con piel”, explica sonriente Raquel mientras sostiene en brazos a su pequeña.

Cada día, el bebé recibe los cuidados de su progenitora tres horas por la mañana y tres horas por la tarde. “Antes sólo podría tocarla dentro de la incubadora una hora por la mañana y otra por la tarde y tampoco me dejarían hacerle otros cuidados”, apunta Raquel. “Aquí ya empiezas con el cuidado integral del niño, puedes asearlo, calmarlo o darle el biberón”, añade.

Además de Claudia, en la unidad de neonatología del hospital zaragozano cada vez hay más bebés prematuros –que representan entre el 7 y el 10% de los nacimientos- que están siendo atendidos con estos nuevos métodos. Su implantación será progresiva y todavía le falta un largo camino. No obstante, la sonrisa de los padres cuando están con sus hijos y la tranquilidad que irradian los pequeños sobre el pecho de sus madres augura un futuro más que prometedor. “Cada vez van siendo más las mamás que vienen y acaba de comenzar. Si tú lo haces y ven lo bien que estás, otras te imitan y yo creo que, poco a poco, lo haremos todas”, concluye Raquel.

Desde | Aragon Digital

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