Las molestias físicas y psíquicas que sufren muchas personas al concluir sus vacaciones afectan tanto a los adultos como a los niños, aunque en menor medida: entre un 5 y un 8%, según ha informado la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC).
Según la doctora María Jesús Cerecedo, del Grupo de Salud Mental de la SemFYC, "es más común que este trastorno aparezca en menores cuyos padres también sufren los mismos síntomas", como fatiga, falta de apetito, dolores musculares, tristeza e irritabilidad.
Para hacer una adaptación progresiva al cambio de hábitos y evitar así la ansiedad que genera una vuelta brusca a la rutina y a los problemas cotidianos, los médicos de familia aconsejan a los más pequeños iniciar el horario escolar cuatro o cinco días antes de empezar el curso.
En el terreno psicológico, los médicos recomiendan desterrar la idea o sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al periodo de trabajo y, por tanto, que uno es sinónimo de placer y el otro lo es de malestar o sufrimiento. Si se enseña desde la más tierna infancia, mejor que mejor.
Desde Diario Vasco
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