El Útero Tabicado, también conocido como Útero Septo, es una de las malformaciones uterinas más frecuentes, suponiendo en torno al 33% de éstas. Consiste en que el útero se encuentra dividido en 2 cavidades, separadas por una especie de “tabique”, de ahí su nombre.
Aunque el útero tabicado puede ser motivo de infertilidad, provoca el mayor número de incidencias en abortos espontáneos, partos prematuros, muerte fetal, cesáreas, etc. Esto es debido a que, en numerosas ocasiones, las dimensiones de las cavidades en las que se divide el útero son tan reducidas que el feto no tiene espacio suficiente para desarrollarse. O también puede ocurrir que la placenta se implante en un tabique con una irrigación tan pobre que no será posible llevar un embarazo a término.
Cómo se forma el Útero Tabicado
El tabique se forma durante el desarrollo embrionario. En esta etapa, los llamados conductos Mullerianos se unen para formar el conjunto compuesto por el útero, las trompas de Falopio y la parte superior de la vagina. Un fallo en la fusión de dichos conductos provoca las malformaciones en el útero: por ejemplo, el útero tabicado, el útero bidelfo (2 hemi-úteros), etc.
Diagnóstico y operación
El diagnóstico se realiza por histerosalpingografía (HSG), aunque si se quiere diagnosticar con mayor precisión es necesario efectuar una laparoscopia, resonancia o ultrasonidos.
En cuanto a la operación para la corrección, ésta se denomina resección histeroscópica y se recomienda únicamente si, tras la extirpación del tabique, el útero adquirirá el tamaño suficiente para poder desarrollar un embarazo con normalidad.
Los resultados son suficientemente esperanzadores. El porcentaje de embarazos a término de mujeres con el útero tabicado está en torno al 5-10%. Para aquellas que se someten a la resección histeroscópica, el porcentaje aumenta significativamente hasta el 80-90%.
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