La prevención es clave para evitar tumores ya que la mayor parte de la exposición solar se concentra en los primeros 18 años
Con el fin de prevenir los tumores de piel en niños y adolescentes, los pediatras de atención primaria insisten cada verano en la necesidad de usar protección solar. En España, entre los años 1991 y 2000, el índice de mortalidad por melanoma superó al del resto de países europeos. Por este motivo, los especialistas recuerdan que las medidas preventivas son fundamentales.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) advierten del peligro potencial que conlleva una exposición al sol prolongada. Produce quemaduras, foto-sensibilidad y dermatitis a corto plazo, así como envejecimiento cutáneo, cataratas, alteraciones inmunológicas y cáncer, a largo plazo. Los especialistas destacan que, desde 1991 hasta 2000, España registró un incremento del índice de mortalidad por melanoma que colocó al país por delante del resto de Europa.
En estos días de calor, conviene recordar que la cantidad de radiación solar UVA y UVB que alcanza la superficie de la Tierra depende de la latitud, la altitud (mayor irradiación con la proximidad al Ecuador y a alturas elevadas), la hora del día (mayor intensidad entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde), la nubosidad y el estado de la capa de ozono.
Un problema muy cercano
En la actualidad, los tipos de cáncer más frecuentes entre la población española son los que afectan a la piel. La AEPap y la SEPEAP insisten en la relación causal entre las radiaciones solares y el riesgo de padecer cánceres cutáneos. "Su aparición se relaciona con la exposición a los rayos solares durante largos períodos de tiempo y exposiciones intermitentes e intensas, que causan quemaduras", explica Susana Méndez, pediatra de la AEPap.
Los tumores de la piel se dividen en dos tipos: melanomas y tumores no melanomatosos, constituidos por carcinomas espinocelulares y basocelulares. El melanoma es el más peligroso. Si no se trata de manera adecuada, su pronóstico es grave. En España es uno de los cánceres emergentes entre la población de raza blanca. Se ha constatado un incremento más intenso del índice de mortalidad que en el resto de países europeos. El aumento en el número de muertes en la pasada década se acercó al 3% en el caso de los hombres y al 1,8%, en el de las mujeres.
España ocupa el decimosexto lugar en orden de frecuencia tumoral para hombres y el décimo para mujeres. En este tipo de cáncer, lo más importante es la prevención. Sobre todo, hay que evitar que los rayos solares dañen la piel de los más jóvenes, puesto que la mayor parte de la exposición solar de una vida se concentra en los primeros 18 años.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo asociados al cáncer de piel son el fototipo, el color de pelo y ojos, la presencia de lunares, los antecedentes familiares y el tiempo de exposición solar. Según la división de Fitzpatrick, se contabilizan hasta seis fototipos diferentes para definir la tendencia de la piel, determinada de forma genética, a la quemadura solar y al bronceado tras una exposición a la radiación ultravioleta. Estos abarcan desde el fototipo I, que no se broncea nunca y se quema siempre, al IV, que se broncea siempre y jamás se quema.
Los fototipos V y VI se corresponden con las razas de piel más oscura, casi insensible a los efectos peligrosos del sol. Los fototipos I y II, en consecuencia, son los que presentan un mayor riesgo de melanoma. El pelo rubio, y más todavía el pelirrojo, se consideran factores de riesgo; al igual que un color de ojos claro y la tendencia a desarrollar efélides (pecas). La presencia en la piel de numerosos lunares (nevus), bien sea por predisposición genética o secundaria a la exposición intermitente durante la infancia, es otro riesgo destacado.
PREVENIR
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria recomiendan las siguientes medidas preventivas:
* Evitar una exposición solar excesiva y dar ejemplo a los niños con hábitos adecuados.
* Proteger la cabeza, el cuerpo y los ojos con gorras, camisetas y gafas de sol.
* Procurar estar a la sombra desde las doce del mediodía hasta las cinco de la tarde.
* Aplicarse siempre crema con factor de protección solar 15 o más alto, extenderla 30 minutos antes de estar al sol y volver a aplicarla cada 2 ó 3 horas, después de sudar mucho o tras bañarse.
* Los lactantes menores de seis meses no deben exponerse a la luz solar directa.
Respecto a la fotoprotección, se recomienda: vestir ropa fina que cubra la piel, sombreros de ala ancha y gafas de sol con filtro UV-A y UV-B, y usar fotoprotectores tópicos (cremas), que absorben y/o dispersan la radiación ultravioleta en la piel.
El factor de protección solar (FPS) mide la eficacia de los fotoprotectores. Se calcula a partir de la dosis de radiación ultravioleta que produce un enrojecimiento mínimo en una piel protegida (tras la aplicación de 2mg/cm2 de fotoprotector) y la dosis que causa el mismo efecto en una piel sin proteger.
Desde marzo de 2006, una normativa europea prohíbe comercializar productos cosméticos fotoprotectores sin un nuevo símbolo de información para el consumidor: un tarro con una tapa abierta y un número en el envase. Esta cifra indica los meses que se puede utilizar el producto con una eficacia garantizada.
LA NATURALEZA DE LOS RAYOS
La radiación ultravioleta solar tiene una longitud de onda aproximada de 200-400 nm. Las longitudes intermedias (290-320 nm), conocidas por las siglas UVB, pueden causar quemaduras solares y favorecen la aparición de alteraciones a largo plazo, como el envejecimiento de la piel y los tumores. Las longitudes de onda cortas (320-400 nm), o UVA, no producen quemaduras solares, pero sí reacciones de fotosensibilidad y fotodermatosis (enfermedades producidas o agravadas por energía lumínica).
Desde | Consumer
No hay comentarios:
Publicar un comentario