Los niños pueden sentirse desorientados si sorprenden a sus padres haciendo el amor; hablar con ellos para calmarles esa mejor manera de que comprendan lo sucedido...
Se trata de una situación imprevisible que descoloca a los adultos -muchas veces incapaces de reaccionar- y que confunde a los niños -que ven a su padre y a su madre en posturas y movimientos desconocidos para ellos-.
"Su primera interpretación no va a ser que estaban haciendo el amor, sino que algo extraño estaba pasando", apunta el psicólogo de la Educación Marcelino Ruiz de Arcauete. "Luego -añade- no sabrá que decir a sus padres o qué hacer cuando les vea, porque estará desorientado. No puede pensar que las escenas que ha visto son de afecto y amor, y eso le creará inseguridad".
Son los padres los que tendrán que tomar la iniciativa a la mayor brevedad posible para comunicar a los chavales que no estaban haciendo nada malo.
Hay que hablar con ellos, calmarles e insistirles en que lo que están presenciando es fruto del cariño y en que no deben preocuparse por nada.
Sólo así se conseguirá que el niño abandone pronto la incertidumbre y que no tenga que buscar en amigos o e incluso en la televisión una explicación a lo que ha visto.
"El propósito debe ser siempre suavizar el impacto de la escena con palabras tranquilizadoras. Nunca se debe reaccionar inhibiéndose o abroncando al chaval; como mucho, se le podrán recordar algunas normas básicas de educación cotidiana, como llamar a la puerta antes de entrar", señala el especialista.
"Aunque pueda parecer una contradicción, este tema es menos importante de lo que parece, pero puede ser muy serio si no se aborda correctamente",
Si un hijo `pilla´ a sus padres haciendo el amor, la recomendación de este psicólogo es clara: "Los padres no deben sentirse en ningún momento responsables de haber hecho algo malo, porque no lo es. Han podido simplemente cometer el error de no haber tomado las precauciones suficientes, pero sobra la mala conciencia al respecto". Estos son algunos consejos si los críos tienen entre 6 y 8 años.
Lo que no hay que hacer
¿Alarmarse?: "Sobrarían" todo tipo de aspavientos y de frases como "Dios mío, no lo va a superar nunca". Reaccionar de esta manera aumentaría la incertidumbre del niño, que puede llegar a pensar que ha visto a sus padres haciendo algo malo. "Es una reacción muy típica y sólo sirve para agravar el estado del chaval", indica Ruiz de Arcaute. Tampoco es bueno reñir al niño o castigarle "por no estar donde debería estar" porque intensificaría su confusión y desorientación iniciales.
¿Inhibirse?: Existe siempre la tentación de inhibirse y de no comentar nada por miedo "a que el remedio sea peor que la enfermedad". Pero mantenerse en silencio y hacer como que no ha pasado nada también es contraproducente.
El niño necesita saber cuanto antes que sus padres no han hecho nada malo. "Es más aconsejable hablarlo, aunque sea con comentarios muy superficiales. Siempre será mejor eso que la incertidumbre", subraya el psicólogo.
¿Sentirse culpable?: Es común que algunos padres no tengan la conciencia tranquila si su hijo les `caza´ en la cama. Reaccionar de esta manera tampoco es buena porque, si esa tensión se mantiene, es posible que los padres se empiecen a echar la culpa entre ellos y que las discusiones sean frecuentes.
Lo que hay que hacer
Prontitud: No hay que dejar pasar demasiado tiempo desde que el niño sorprende a sus padres hasta que se hable con él. Si ha sido por la noche, es preferible abordar el asunto a la mañana siguiente. De esta forma el niño no se comerá tanto la cabeza pensando solo en ello. Tampoco se trata de que los padres conversen con él a los pocos minutos de que les haya visto haciendo el amor porque esta premura puede acrecentar su nerviosismo inicial.
Sosiego: Cuando los padres hablen con su hijo, deben intentar mostrarse tranquilos. Pero no sólo en ese instante, sino también durante los siguientes días. "Lo normal es que el niño acepte la explicación porque se la están dando sus padres, que son su referencia. No son necesarios más `actos de desagravio´ porque es algo normal a lo que no hay que dar más importancia. Si los padres se la dan, el niño también se la dará", incide el experto.
Gestos tranquilizadores: El mensaje debe ser tranquilizador ¿se le podrá hablar de juegos afectivos, de cariño y de amor?, pero los gestos son todavía más importantes. Según el especialista, los críos de estas edades interpretan mejor el lenguaje gestual que el verbal y son capaces de detectar "matices" en la comunicación que pasarían desapercibidos para la mayoría de los adultos. Es malo que el crío note que sus padres están muy nerviosos.
Cierto humor: Los padres "que sienten temor a hacerlo mal" pueden recurrir al humor para afrontar el asunto. Los comentarios dependerán de su "capacidad de improvisación". "Pueden ser frases del tipo `vaya, nos has pillado jugando como niños o ves, a nosotros también nos gusta jugar en la cama", dice Ruiz de Arcaute. El objetivo es desdramatizar lo que ha sucedido y, por tanto, no está de más emplear bromas en las explicaciones.
Desde | Informacionsexual.com
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