Lo que iba a ser una tarde de domingo tranquila y apacible, en medio de las tareas domésticas, se convirtió en cuestión de segundos en un calvario. Mientras su madre realizaba las tareas de la casa, Gastón Toledo (5) se acercó hasta el secarropas que funcionaba sin tapa, metió la mano y la fuerza de la centrifugadora le arrancó el brazo derecho hasta la altura del codo. En menos de cuatro horas fue trasladado a una clínica especializada de la ciudad de San Miguel de Tucumán (al norte de Argentina) donde lograron reimplantarle el brazo, tras una delicada operación de cinco horas que se realizó durante la madrugada del lunes.
Tras el accidente, el pequeño fue llevado en un auto particular a una clínica, y posteriormente al Hospital de Niños. Los efectivos de la Policía advirtieron que debían llevar los restos del brazo hacia el centro de salud, y trasladaron una parte importante de la mano y el antebrazo, y posteriormente el secarropas. Todo fue enviado a la clínica tucumana donde, apenas llegó, Gastón fue directo al quirófano, debido a la gran cantidad de sangre que había perdido.
Entrevistado por Clarín, el cirujano José Urpi, quien dirigió el equipo de nueve profesionales que reimplantó el brazo derecho al pequeño Gastón en una operación que comenzó a las 23.30 del domingo y terminó a las 4.30 de la madrugada del lunes, dijo que la clave para que estas operaciones sea exitosa está en "la sincronización y rapidez".
"No depende de una mayor o menor capacidad quirúrgica de alguien en particular; en esto no hay un Maradona. Es un trabajo en equipo, donde cada uno es un eslabón que se va encadenando con otros", le dijo Urpi (52) a Clarín ayer por la tarde, mientras el chico catamarqueño descansaba, fuera de peligro, en una sala de terapia intermedia.
Para el cirujano ese trabajo de equipo incluye a los médicos de las guardias. "Es muy importante que tengan en cuenta que existe la posibilidad del reimplante y coordinen rápidamente con nosotros para que podamos preparar la operación", dice.
El "nosotros" a que Urpi se refiere es el Centro de Reimplante y Microcirugía del Sanatorio del Norte, en la capital tucumana, único servicio de ese tipo en el norte del país, cuyo jefe es el médico José María Rotella.
En el caso de Gastón, pese a ser domingo a la noche y la distancia (desde Catamarca a Tucumán hay 244 kilómetros, unas tres horas en auto), las cosas se hicieron con celeridad. Entre el accidente en que Gastón perdió el brazo y el inicio de la cirugía transcurrieron sólo cuatro horas. La reconstrucción del miembro requirió más tiempo, cinco horas. Providencialmente, el cuidado que se tuvo en la manipulación del miembro en Catamarca, posibilitaron la exitosa operación de Gastón. Fue fundamental que se conservara el miembro (que había quedado dentro del secarropas) en una bolsa esterilizada y con hielo.
"El éxito final de la operación va a ser valorado según el resultado de la recuperación funcional", dice Urpi, quien advierte que lograr una recuperación del ciento por ciento "sería demasiado utópico".
"Hay un refrán que dice que para el que no tiene nada, poco es mucho. Aunque las funciones motoras fuesen escasas, si se lograse recuperar sensibilidad, siempre será mejor que una prótesis", considera.
Y la corta edad de Gastón, agrega, le da mayores posibilidades de adecuarse a su nueva situación que si tuviese más años: "Su plasticidad neuronal le permite una mayor capacidad de adaptación de su brazo izquierdo para hacerse zurdo".
Desde | Clarin
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