jueves, 8 de abril de 2010

Mientras más sucios, más felices

Mientras más sucios, más felices. Así coinciden unas 400 madres, con niños de 1 a 12 años de edad, en un estudio que respondió a la siguiente inquietud: ¿Jugamos libremente sin miedo a ensuciarnos?
Según la investigación, las madres "tienen una muy alta valoración de que el juego es fundamental para sus hijos, y entienden que ensuciarse pasa a un segundo plano cuando el objetivo es el del juego, para lograr un desarrollo".

"Durante la semana -los niños- juegan con autitos o muñecas y ven televisión", pero en el fin de semana, "pasan a ser más importantes, correr, patinar, jugar a la pelota, o a las escondidas", revelaron las opiniones de varias madres.

Por su parte, las madres disfrutan más con sus hijos actividades pasivas, tales como "pintar, juegos de mesa, leer". Esto sucede porque hay una tendencia a mantener los juegos dentro de la casa: la inseguridad atenta contra la recreación en espacios abiertos como una plaza, argumentaron.

El juego y la salud

La psiquiatra infantil, Natalia Trenchi, y el psicólogo Fabián Vilas, coincidieron al advertir que "un niño que no juega, no es un niño sano".

Trenchi explicó que "el no jugar puede deberse a muchas cosas. Por ejemplo, no juegan los niños autistas o tienen un juego muy peculiar, repetitivo, interminable. No creativo, no simbólico. También, dejan de jugar los que se deprimen".

La especialista advirtió que "los niños están quejándose de cosas que no tenían las generaciones mayores. Hay muchos con trastornos de ansiedad, miedo, preocupaciones. Muchas veces recibimos consultas por dolores de barriga repetidos, de cabeza sin causa aparente. Padres que recorren consultorios de oculistas y traumatólogos y no aparece nada".

Según la psiquiatra, "la depresión ha aumentado en los más chicos; como sometemos a los niños a un mal entrenamiento de la atención, eso los vuelve más dispersos, más inquietos y más atropellados de lo que deberían".

"Niños jugando"

Valentina, una joven 'recreadora' que trabaja en un colegio privado, afirmó que entre sus actividades "se hacen campamentos, jornadas de integración y educación en el amor, para transmitir valores".

Explicó que "los chiquilines (niños), al principio ponen obstáculos. Después cuando se empiezan a proponer juegos de rondas, que son muy buenos para comunicarse entre ellos mirándose las caras; empiezan a soltarse a desinhibirse y ser espontáneos o ellos mismos".

Advirtió que hay que tener cuidado con lo que se transmite, porque "hay intencionalidad en ello" y aclaro "que hay que poner ciertos límites, porque los chiquilines hasta se enamoran de uno o ese tipo de cosas bastante espontáneas".

Desde | Terra

La nota fue extraida del link anterior. Si tienes dudas o sugerencias sobre derecho de autor favor de remitirse a la liga mencionada con anterioridad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Está perfecto. Hay que dejarlos que se ensucien... después quitamos las manchas :-)
He escuchado varias veces a Natalia Trenchi, es excelente!
Saludos.

Hola. Somos Nancy y Matías. dijo...

A mi me encanta verlo a Germán lleno de tierra, después de jugar en casa de su bisabuela o lleno de pintura después de una tarde de arte, por ejemplo. Primero sacó la máquina de fotos, luego lo baño y después me preocupo por la ropa, que por supuesto siempre es cómoda para disfrutar aún más.
Cuando Germán no tiene ánimos de jugar es porque está enfermo. Lo prefiero sucio de los pies a la cabeza, pero sanito y feliz.

Colegios de Madrid dijo...

Muy buen artículo, estoy totalmente de acuerdo. Me encanta verlos felices