miércoles, 7 de abril de 2010

Papás del siglo XXI y una nueva tendencia: la crianza es compartida

La tendencia apuesta a que los hombres creen el vínculo con sus hijos desde el nacimiento y participen activamente en la crianza; la mirada de expertos.
Cambiar pañales, preparar mamaderas o papillas, tararear una canción de cuna o acompañar a los más chicos en el ritual del baño son tan sólo algunas de las postales frecuentes que protagonizan cada vez más hombres en su camino por descubrir de qué se trata la paternidad y adaptarla a los tiempos actuales.

Lejos de adherir a la creencia popular que reservó tradicionalmente un lugar exclusivo a la mujer en la crianza, parte de este grupo apuesta en pleno siglo XXI a asumir el rol bajo una mirada diferente y estrechar el vínculo con los hijos desde su nacimiento.

Con los años, la concepción de limitar la función del padre a la capacidad de sostener económicamente a la familia y representar en ella el control y la autoridad se volvió algo cuestionable. Hoy, según plantean expertos en el tema, es necesario redefinir la paternidad en términos más cotidianos.

El psicoanalista Enrique Novelli, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y coautor de los libros Enigmas de la Sexualidad y Máscaras del Superyo, explicó a lanacion.com la transición que encara actualmente el hombre en su papel de padre.

"Tradicionalmente el rol paterno se concebía como aquel que cumplía con las actividades de engendramiento, reconocimiento, provisión y control de los hijos. Alrededor de esa función se organizaba el grupo familiar, lo que le otorgaba el carácter de orientador y organizador, que cumplía mediante premios y castigos, permisos y prohibiciones. Pero esa función fue declinando por distintos factores, entre ellos, cambios de valores e ideologías".

Algunos especialistas en la materia, atribuyen la responsabilidad de haber asociado durante generaciones a los hombres con la producción y provisión y a sus esposas a la nutrición y la crianza a la rigidez que pesa sobre los estereotipos de género, situación que empezó a modificarse a partir de la inserción de la mujer al mercado laboral.

En su artículo "Un papá no es una mamá", el escritor y especialista en vínculos humanos Sergio Sinay sostiene que así se instaló la creencia de que los hijos son más de la madre que del padre y que, por extensión, la primera ocupe socialmente un lugar central.

"Los hombres fuimos negados para la crianza, para la nutrición, para el contacto emocional con nuestros hijos y para entender sus señales. Y hoy cuando se propone ser más participativo en su paternidad se encuentra con que hay cosas que no sabe porque no le son familiares (y no porque sean ajenas a su condición de varón). ¿Cómo puede aprenderlas? De la misma manera en que las aprende la madre, la única posible: a través de un contacto frecuente y estrecho con el hijo", reflexiona el autor de Ser padres es cosa de hombres.

Funciones compartidas

Desde una perspectiva contemporánea, analizar la crianza implica, acorde con lo que plantean los expertos consultados, concebir el proceso en base a roles compartidos. En palabras de Novelli, es necesario hablar del "ser padre" como una función interdependiente con otras de la estructura familiar.

"Es importante que la pareja funcione con un proyecto consensuado respecto a la crianza y educación de los hijos, es decir, que los roles se complementen no sólo en la atención, sino también en la distribución de la autoridad. Esta complementariedad debe iniciarse a partir de los primeros momentos de la vida del bebe, pues la construcción de la personalidad se inicia allí", subrayó.

La premisa de que el padre puede reemplazar a la madre en numerosas situaciones recorre la mirada de especialistas que abrazan la idea del hombre como sostén de la madre y protector del entorno e intimidad de la familia.

Para la psiquiatra y psicoanalista Diana Vázquez Guijo Canovi, "el padre puede suplir a la madre en alguna tarea cuando esté cansada, pero sobre todo lo hace estando disponible para hacerse cargo de aquello que la madre no logra y él como observador percibe como necesario".

"El padre tiene la tarea de ordenar, de ser el puente entre el hijo y el mundo externo. Cuando el bebe es recién nacido y la madre se limita a amamantar, sin poder conectarse todavía con ese mundo, la función del padre como filtro se patentiza. El hombre actúa entonces como alguien que pone distancia, que cuida esa intimidad que se está creando y dosifica, por ejemplo, las visitas al hospital", añadió Sinay.

En ese sentido, su colega Felisa Widder, especialista en niños y adolescentes, destacó la relevancia que va cobrando la figura paterna desde el primer año de vida y la mediación que éste desempeña: "En esta etapa, el padre es fundamental en su rol ante la madre, por un lado, para que ésta se sienta apoyada, y por el otro, para ir separando de a poco esa relación tan simbiótica que se establece entre la madre y el bebe".

Desafíos

En la actualidad, los retos que enfrenta el hombre al estrenar o redefinir su paternidad se traducen en poder lograr una adecuada complementariedad de las funciones con la mujer, dedicada a obligaciones que escapan el hogar.

"Nada de todo esto afecta su rol masculino, ni implica necesariamente un cambio si es tomado en cuenta el rol de cada uno en la pareja. Debe estar presente para la mujer como para sus hijos y revalidar al mismo tiempo su rol masculino", concluyó Widder.

Desde | La Nacion

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