martes, 20 de julio de 2010

Recomendacion sobre almuerzos y meriendas infantiles saladas

Embutidos, quesos y patés no son los alimentos más aconsejables para el bocadillo diario
Los embutidos y el chocolate son alimentos habituales entre pan y pan. Es la manera en que numerosos padres preparan de forma rápida y con éxito un tentempié para calmar el apetito de sus hijos a media mañana o a media tarde. Sin embargo, ambos contienen una buena cantidad de grasa saturada, colesterol y calorías, nutrientes que tomados en exceso ocasionarán con probabilidad problemas de salud desde edades tempranas.

Embutidos, quesos y patés, demasiada grasa y sal
Los patés y los embutidos industriales (chorizo, mortadela, salchichón y similares) se convierten en alimentos demasiado grasos y calóricos para los niños si los comen varias veces por semana.

Estos nutrientes también resaltan en embutidos y quesos curados. La llamativa composición nutricional tanto de patés como de embutidos es el resultado de la mezcla de ingredientes como tocino y carnes más o menos grasas. Algunas marcas destacan la riqueza en hierro de los patés y acompañan el mensaje con información acerca de la importancia de este nutriente para el desarrollo correcto de los más pequeños.

No obstante, un puñado de pipas o de pistachos -25 gramos de estos frutos secos- aporta alrededor de 2 gramos de hierro, la misma cantidad que media lata de paté, pero con una gran diferencia: al ser alimentos vegetales, carecen de colesterol y son ricos en grasas insaturadas cardiosaludables, no saturadas. Para mejorar la absorción y aprovechamiento orgánico del hierro vegetal (no hemo), basta con acompañar los frutos secos de un zumo de naranja o cualquier otra fruta rica en vitamina C. Estos alimentos son, a su vez, una fuente indiscutible de calcio para los más pequeños y, si se consumen en sustitución del queso, se mejora la calidad de las grasas (insaturadas en lugar de saturadas) y el aporte de sal es nulo (para ello se han de escoger los frutos secos al natural que son, al mismo tiempo, los más recomendables).

Jamón serrano, cocido o fiambres

El jamón serrano es más natural, más nutritivo y saludable que los anteriores, un valor añadido aunque sea, a la vez, uno de los alimentos más ricos en sodio. Se puede considerar una opción mejor que los embutidos y otros productos de charcutería, también salados, para variar los almuerzos y las meriendas infantiles. Las mortadelas, el chóped y productos de charcutería similares gustan a los niños por su marcado sabor, pero el consumidor puede comprobar que llevan casi los mismos ingredientes, añadidos en distinto orden. Los más comunes son: carne de cerdo (la carne de pavo o pollo es otra posibilidad), tocino, cortezas, agua, fécula, sal, azúcar, aromas, dextrosa, especias, proteína de soja, estabilizadores, antioxidantes, colorante, conservador y leche en polvo. En algunos productos, el hígado es el ingrediente que les diferencia del resto.

En el jamón cocido, aunque el ingrediente principal es el jamón de cerdo, cuenta con aditivos similares al resto de derivados cárnicos, que conforman su sabor, jugosidad, aspecto, textura y garantizan su durabilidad. Además de jamón de cerdo, en general se compone de agua, sal, estabilizadores, azúcar, gelificantes, especias, aromas, antioxidantes y conservadores. En el análisis de jamón cocido extra más reciente realizado por Eroski Consumer en abril de 2008, se evidenció que es un producto poco graso y no muy calórico, pero demasiado salado. Por su parte, los fiambres (de cerdo, de pavo o de pollo), que tanto se ofrecen a los niños, contienen más agua y aditivos que sus versiones menos procesadas, como la pechuga en el caso de los fiambres de ave y el jamón cocido, en el de cerdo.

Desde | Consumer

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