Afirman que el mayor bienestar familiar compensa las desventajas.Es motivo de culpa y preocupación para muchas mujeres. Pero, también para muchas, no hay opción, ya sea porque no quieren postergar su vida profesional o porque la economía familiar no admite que dejen de cobrar su sueldo. La vuelta al trabajo después de tener un hijo moviliza a toda madre. Pero ahora, una investigación realizada en Estados Unidos les va a traer alivio a las miles de mujeres que se reinsertan en el mercado laboral a los pocos meses de haber dado a luz.
Investigadores de la Facultad de Trabajos Sociales de la Universidad de Columbia buscaron determinar el impacto total para un chico si su madre sale a trabajar, incluidos los factores fuera del hogar. Y dicen haber armado el primer cuadro completo del efecto que tiene el empleo materno en el desarrollo social y cognitivo del niño. Su conclusión es que si las mamás regresan a trabajar en el primer año de vida de sus hijos, el bienestar del bebé no se ve afectado.
”La buena noticia es que no vimos efectos adversos –indicó la académica estadounidense Jane Waldfogel al diario británico The Guardian–. Esta investigación es única en su tipo. Las relaciones familiares, al igual que los ingresos y el estado de salud mental de la madre, cambian cuando una mujer trabaja y por eso tuvimos en cuenta todas estas cosas”.
La investigación, publicada por la Sociedad de Investigaciones en Desarrollo Infantil en EE.UU., admite que si bien la vuelta al trabajo de la madre tiene desventajas, también supone considerables ventajas para toda la familia, como un aumento en los ingresos del grupo familiar, bienestar de la madre y una mayor posibilidad de que los chicos asistan a guarderías de mejor nivel. Según los investigadores, si se tienen en cuenta todos estos factores, los efectos netos son neutrales . Esto contradice investigaciones anteriores, como un estudio reciente de la Universidad de Essex, en Inglaterra, según el cual los hijos de madres que regresaron a trabajar dentro de sus tres primeros años tuvieron más dificultades para aprender.
Waldfogel apuntó que “lo clave es qué tan sensibles somos a las necesidades de nuestro hijo , y esto se aplica aún a aquellas mujeres que trabajan. Ellas pueden hacer que las cosas sean mejores: sólo tienen que respirar hondo cuando llegan a la puerta de sus casas, dejar a un lado todas las preocupaciones de la oficina y atravesar el umbral de la casa dispuestas a prestar atención a todas las sugerencias de sus hijos”.
La especialista argentina Raquel Rascovsky, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), señala que el acompañamiento prolongado de la mamá es indispensable para un bebé, pero analiza la situación desde lo posible y no desde el ideal: “A la parturienta, tres meses después, no le queda otra que volver a trabajar, porque si interrumpe su carrera no sabe si la recuperará. El bebe, si recibió un trato cariñoso y comprensivo y es incluido en una guardería responsable, sufrirá lo menos posible. Los padres también asumieron roles antes impensados, y están las abuelas que dan una mano. Los países más evolucionados otorgan un año de licencia por maternidad. En nuestro caso, cada uno hace lo que puede”.
Elsa Wolfberg, también miembro de APA, cuestiona que “hay una doble moral: se idealiza la maternidad, pero no se facilita el maternaje. Muchas veces una embarazada no es tomada para un empleo, y los horarios no sea adecúan a las mujeres. Es necesario que se faciliten las condiciones con guarderías en el lugar de trabajo, horarios flexibles y licencias de no menos de seis meses”. Y concluye: “Las madres deben saber que no es culposo que trabajen, lo culposo es que su medio no les procure mejores condiciones para la crianza”.
Desde | La Nacion
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