¿Qué es lo que convierte a una mujer de un sujeto centrado en sí mismo en una buena madre que se asegurará que su descendencia sobreviva en un mundo hostil?
Al parecer tiene que ver con cambios en el cerebro; este órgano está forjado por hormonas, neurotransmisores y la exposición a las demandas de los recién nacidos.
Durante el embarazo, el cerebro femenino se transforma para afrontar las difíciles tareas que le esperan. Las transformaciones son fundamentales en procesos psicológicos básicos como la atención y la memoria.
Un artículo de reciente aparición demuestra su sensibilidad a las emociones de los demás.
Antes de describir el nuevo documento, contemplemos el cerebro materno en toda su majestuosidad.
Entre sus notables cambios, está los que permiten a la madre dedicarse a su bebé en el intento de descifrar las necesidades del niño.
ELLAS LO SABEN
Como cualquier padre sabe, el niño es inescrutable -de hecho, el niño permanece así durante gran parte de la vida de los padres- y la intuición es la mejor amiga de la madre. Los padres tienen diferentes hipótesis sobre lo que le pasa a un niño: "¿Tiene hambre el bebé?", "¿Está Cansado?" Un cerebro sensibilizado facilita este proceso.
En los seres humanos, roedores y otros animales, nos encontramos con datos que muestran que el interés de la madre en, y la motivación hacia los jóvenes, aumenta dramáticamente a medida que el embarazo avanza y, sobre todo, inmediatamente después del nacimiento.
Detrás de este cambio, está la modificación en el tamaño de las neuronas, en su actividad y capacidad. La parte del cerebro que regula el comportamiento materno, se llama Área preóptica medial (MPOA) y las neuronas de este lugar crecen impresionantemente al final del embarazo.
Además, en otra región del cerebro, el hipocampo, las neuronas están experimentando cambios de otro tipo, que llevan al aumento en la concentración de pequeñas proyecciones en la superficie de las dendritas, llamado espinas dendríticas.
Estas espinas dendríticas ofrecen más lugares de contacto entre las neuronas y se cree que esto facilita el intercambio de información entre neuronas. Que las espinas están aumentando en el hipocampo, que esto a su vez tenga efectos sobre el aprendizaje y la memoria, sugiere una posible función: mejoramiento de la memoria, la memoria espacial en particular, que puede ser necesaria para la nueva mamá.
BUENA MEMORIA
Muchos datos demuestran que las hembras con crías tienen una mayor facilidad para recordar la ubicación de los depósitos de alimentos y premios en una variedad de ambientes espaciales.
Estas mujeres -particularmente las mujeres multíparas, aquellas con dos o más embarazos en su haber- son especialmente buenas en estas tareas. Ahora, piense en por qué: una madre que debe salir de su nido para buscar comida -o su casa para el trabajo- se expone tanto a sí misma y a sus crías a los depredadores y pueden beneficiarse de una mejora de sus habilidades de búsqueda de alimento o para la economía de su comportamiento, en general.
El costo/beneficio disminuye si se puede encontrar comida y volver lo más rápidamente posible a su descendencia solitaria y vulnerable.
MIRADA DE AMOR Y RECONOCIMIENTO
Cualquiera que haya visto una madre y su hijo sabe que miran el uno al otro de una manera que sugiere que se están estudiando los rostros y las expresiones. Incluso se ha encontrado que las madres y los bebes chimpancés y macacos duran una gran cantidad de tiempo mirándose el uno al otro, investigado y reconociéndose las caras.
Para los investigadores, las madres primates mirando a sus hijos tienen un notable parecido con la pintura de "Virgen con el Niño". Ellos sugieren que este reconocimiento emocional ayuda con el apego y el aprendizaje.
Si el estudio de los rostros de los hijos es de beneficio mutuo en el período posparto, tal vez el aumento en el reconocimiento facial durante el embarazo está jugando el doble papel de protección de la descendencia de las amenazas y la preparación de las madres para su experiencia de unión.
Esa hipótesis parece ser apoyada por el trabajo de Ruth Feldman de la Universidad Bar-Ilan y sus colegas, que en 2007 mostró una correlación entre los niveles de oxitocina (la hormona del "amor" y la "vinculación", que también se asocia con la formación de la leche materna) durante el embarazo y la cantidad de tiempo que las madres y los bebés se pasan mirándose el uno al otro.
Este estudio, junto con el trabajo de Pearson, son un fuerte argumento de que no sólo las hormonas ayudan a las hembras preñadas a defender a sus hijos de los peligros en el mundo que les rodea, sino también las prepara para ser madres amorosas después del parto.
EL LADO OSCURO
Las hormonas tienen un lado negativo. Algunas madres sufren de depresión y en casos raros, incluso psicosis. Una investigación en la Universidad Tufts proponen algunos modelos y mecanismos endocrinológicos que explican los trastornos mentales posparto.
Se sugiere que las hormonas tienen la culpa: las grandes concentraciones de esteroides que caracterizan el embarazo pueden jugar un papel importante en la severidad de las reacciones después del parto.
¿Qué pasa con los padres? ¿Los papás están condenados a permanecer de brazos cruzados, sin pistas de lo que pasa con los niños y se encuentran privados de contacto emocional significativo, mientras que las madres cosechan los beneficios endocrinológicos, neurológicos y emocionales de la maternidad?
Pues un estudio del 2008 encontró que los hombres a los que se les administra oxitocina fueron más capaces de identificar las emociones en los rostros felices de los demás. Así, a nosotros los hombres, las hormonas nos permiten no detestar tanto los necesarios cambios de pañales.
Desde | El occidental
La nota fue extraída del link anterior. Si tienes dudas o sugerencias sobre derecho de autor favor de remitirse a la liga mencionada con anterioridad.
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