Elegir el tipo de bebida es tan importante como conseguir que beban, de manera que juugos y refrescos no deben sustituir al agua de forma habitual.El calor y la piscina.
Si algo caracteriza a un niño es que está en constante movimiento, y más durante las vacaciones, que disponen de mucho tiempo libre para jugar. Por eso, siempre que tienen oportunidad pasan horas en el agua, y mientras están mojados no tienen la sensación de sudar ni tampoco sienten sed, de ahí que no vean clara la necesidad de beber agua. Esto también sucede entre las personas adultas. De hecho, según los resultados del estudio "Hábitos de hidratación de la población Española" del Observatorio Hidratación y Salud (OHS), el 34% de los encuestados mayores de 18 años puede pasarse varias horas al sol sin beber. Por curioso que resulte, nadar genera pérdidas de agua que habrá que tener en cuenta si el niño pasa mucho tiempo dentro de la piscina o la playa, o si la temperatura del agua es de 24ºC o superior.
Si el organismo de los niños está bien hidratado, realizará mejor el transporte de los nutrientes a las células y la eliminación de los desechos por la orina, las heces, el sudor y la transpiración. A su vez, como las heces son más blandas y fluidas es menor la posibilidad de sentir estreñimiento, un malestar común entre los más pequeños. En los niños el agua corporal total supone un mayor porcentaje del peso corporal en comparación con el organismo adulto, y está constituida por el agua extra e intracelular que abarca desde la que está en los huesos y músculos hasta la que contienen en su interior todas y cada una de las células que conforman el organismo. El agua ocupa el 74% del peso corporal de una niña recién nacida, disminuye al 60% aproximadamente a los 6 meses, y esta proporción desciende hasta un 47-50% en la mujer adulta de unos 50 años.
Una buena hidratación en los pequeños mantiene lubricadas sus articulaciones, tendones y mucosas, lo que les previene de dolores articulares y musculares y de afecciones respiratorias. El agua actúa además como termorregulador al absorber el calor y liberarlo a través de la transpiración de la piel, una función esencial cuando el niño está en pleno movimiento y en los días de más calor.
Desde el Observatorio Hidratación y Salud (OHS) han desarrollado una guía que ofrece información práctica sobre el agua y sus funciones orgánicas, las formas de hidratarse, así como recomendaciones para tomar líquidos según la edad y consideraciones especiales en caso de mayores esfuerzos físicos, altas temperaturas o en condiciones de salud especiales que requieran un mayor aporte hídrico.
Signos de alerta
El organismo humano tiene varios mecanismos para regular el equilibrio de los líquidos, como la función renal y la acción hormonal. Por lo general, una persona adulta sana responde rápido ante una deficiencia hídrica; por medio del mecanismo de la sed aumenta su consumo de líquidos al tiempo que concentra su orina para reducir la eliminación de estos. Pero los niños no son capaces de controlar el mecanismo de la sed, por lo que tienen mayor riesgo de deshidratación que las personas adultas. Por eso es fundamental que padres, madres y cuidadores conozcan los signos y síntomas de esta deficiencia en los niños y sepan qué hacer en cada caso.
En los bebés y niños pequeños el vómito y la diarrea son las causas más comunes de deshidratación. Los síntomas de alerta incluyen el llanto sin lágrimas, piel, boca y lengua secas y agrietadas, ojos hundidos, piel grisácea y disminución de la orina. Se estima que la orina normal de bebés menores de tres meses se traduce en un pañal mojado al menos cada seis horas, mientras que los niños que andan deben mojar al menos tres pañales diarios.
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