lunes, 6 de septiembre de 2010

Dolor crónico infantil

Padecer este malestar en etapas infantiles y adolescentes supone un factor de riesgo de incapacidad y dolor crónico en la edad adulta.
El dolor crónico se considera como tal cuando persiste más allá de tres meses, aunque algunos especialistas ponen el límite a partir de medio año, y no se resuelve de manera satisfactoria con tratamientos convencionales, como la cirugía, fármacos, reposo o fisioterapia. Cuando se llega a esta falta de control, el dolor deja de ser un síntoma para convertirse en una enfermedad. Así como el dolor agudo es una señal precisa de que algo sucede en el organismo, su forma crónica pierde este valor biológico, para afectar a todos los ámbitos de la vida del niño o adolescente y a su entorno. Los especialistas aseguran que éste es su principal problema: altera en gran medida la calidad de vida.

Cronicidad en los más pequeños

Los datos disponibles de investigaciones recientes aseguran que el dolor crónico infantil más habitual es la cefalea, el dolor en extremidades (brazos y piernas) y el dolor abdominal, sin distinciones de edad y país. Además, se tiende a no creer a los niños cuando se quejan de forma constante y repetitiva. Incluso, hasta hace poco, la literatura científica pediátrica aseguraba que en estas edades no se sufría dolor crónico y faltaba un plan general de acción que aborde de forma eficaz este malestar.

Esta opinión sigue vigente entre la mayoría de los ciudadanos pese a que, si bien numerosas dolencias se solucionan de manera satisfactoria con el paso del tiempo, en una gran proporción no ocurre así. Es en estos casos cuando es preciso un tratamiento temprano para evitar males mayores.

Detección y tratamiento

Clarificar la frecuencia y duración del dolor es primordial para su diagnóstico, pero según los expertos, no se dispone de los recursos adecuados para hacerle frente. No hay suficientes unidades especializadas para tratar el dolor en niños y adolescentes, donde se aporten herramientas para que tanto los pequeños como sus familias puedan entender la enfermedad y qué agrava o alivia la intensidad del dolor. Esto les ayudaría a vivir su situación sin perturbarles en gran medida su esfera emocional y social, es decir, podrían afrontar la experiencia de la mejor manera posible y con una interferencia mínima en su calidad de vida.

En España hay 127 unidades de dolor para adultos. Sin embargo, para tratar a los niños, sólo hay dos en Madrid y una, todavía en creación, en Barcelona.

Para los progenitores, ésta supone una experiencia dura. Deben ver cómo su hijo sufre y que los recursos y especialistas en dolor infantil son escasos. De la misma manera, padecer dolor crónico mal controlado en etapas infantiles y adolescentes supone un factor de riesgo que aumenta las posibilidades de sufrir incapacidad y dolor crónico en la edad adulta, según concluía un estudio en 2007 realizado en la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) y publicado en 'Arthritis and Rheumatism'.

Si no se resuelve, además del sufrimiento de los afectados y sus familias, este tipo de dolor será un coste económico enorme en el futuro. En la actualidad, el dolor crónico en España supone un gasto de entre 13.000 y 16.000 millones de euros anuales. De la misma manera, en Reino Unido, el dolor no controlado en adolescentes supone alrededor de 9.000 euros por afectado.

Desde | Consumer

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